Entre risa y risa, Harina nos recuerda la verdadera misión de un policía; entre la imagen estereotipada de policías corruptos, asesinatos, chistes soeces y un poco de acción, la serie nos presenta un mensaje redentor que nos hace pensar que no todo está perdido.
La serie de Amazon Prime Video, creada por los brasileños Pedro Esteves Carlos Reich (creadores también del canal de comedia Backdoor), gira en torno al Teniente Prieto (Guillermo Villegas), personaje que todos conocemos como el Teniente Harina gracias a un sketch en donde el teniente hace el ridículo (al tiempo que hace reñir) luego de probar grandes cantidades de un polvo blanco para determinar si es droga o no.
El teniente no sería lo mismo sin su pareja policial, Ramírez (Verónica Bravo), quien a veces funciona como su sidekick y otras tantas se lleva el crédito de heroína, para al final, tener una mezcla perfecta de ambos personajes, geniales, heroicos, torpes pero de buen corazón.
La serie inicia poco tiempo después de que el video del Teniente se hiciera viral, lo cual ha trastocado su vida sobremanera: ha generado peor reputación de la que ya tenía y ha entorpecido su proceso de divorcio y de la patria potestad de su hija.
Ramírez, sin deberla ni tetarla termina metida en el mismo saco que su compañero. Ambos son asignados como pareja (sin subordinación alguna), a una zona de la ciudad conocida como El cagadero: una zona de ricos en donde los únicos problemas que parece haber son los que tienen los habitantes de la zona con sus mascotas.
La compañera de Prieto quiere convertirse en una policía ejemplar como lo fue su padre, pero el teniente se ha vuelto cínico, corrupto y por supuesto, tiene problemas con las drogas y el alcohol; aunque ya veremos que no siempre fue así. Y por otro lado, ama a su hija y está dispuesto a todo para que ella se sienta orgulloso de él, aunque no siempre salgan bien las cosas.
La suerte de ambos cambiará cuando Ramírez lo empuje a responder el llamado de un homicidio, lo cual marcará el inicio de una serie de asesinatos a influencers. Desde un inicio, Ramírez descubre que todo pinta para ser el trabajo de un asesino serial pero sólo recibe burlas de sus compañeros y de su comandante (Dagoberto Gama).
Harina parece iniciar como un sitcom, sin embargo, poco a poco se va adentrando a la profundidades del thriller policiaco para terminar pareciendo una serie de acción, y sin embargo, mantiene todo el tiempo su status de comedia con ese tono ácido característico de Backdoor.
La serie es divertida, entretenida y tiene mucho corazón: Ramírez y Prieto son adorables, al igual que el personaje de Imelda, una joven policía que tiene hambre de triunfo y espíritu de porrista (Ana González Bellos). Ellos están rodeados de un gran elenco: rostros conocidos de Backdoor como Alfonso Borbolla, Gyo Romo y Miguel Burra, por ejemplo; además de actores conocidos como Dagoberto Gama, Gerardo Taracena y Luis Fernando Peña. De este último habrá que decir que su actuación no resulta tan maravillosa como debiera. Y es que su personaje posee todo para odiarlo y termina siendo un poco gris; al final, no nos importa mucho lo que pudiera pasarle.
Harina tiene algunos detalles en el guión, si bien los personajes principales están bien delineados y sus conflictos y desarrollo en general resultan coherentes, hay momentos en que debemos aceptar ciertas convenciones para que la trama avance, como por ejemplo, que el comandante de Ramírez y Prieto los desestime por default todo el tiempo.
La situación resulta un tanto absurda porque contrasta con el don de mando del comandante y la claridad para tomar de decisiones. El comandante pide profesionalismo pero él parece irse por el lado equivocado todo el tiempo, actitud que no resulta graciosa ni congruente. Y esto juega en contra porque al final, el personaje no es un idiota, pero tampoco es inteligente.
Y así hay un par de situaciones pero afortunadamente no terminan por demeritar el trabajo de los realizadores y creativos.
Harina posee mucha verosimilitud con la realidad policial que se vive en la Ciudad de México. Ojo, no es que sea un retrato fiel de la policía mexicana pero sí nos hace pensar que efectivamente estamos viendo el retrato de lo cotidiano.
Lo anterior resulta ser es algo muy triste porque los personajes policiacos dejan mucho que desear en cuanto a modelos de honorables se refiere. Salvo por Ramírez, y es aquí donde ella será capaz de mandar un mensaje a toda la fuerza policial; es aquí en donde se encuentra la posibilidad de redención, siempre y cuando, claro, su voz sea escuchada.
Al final, la comedia resulta conmovedora y hasta inspiradora me medio de tantas peladeces… la clave es que nunca se nos olvida que los protagonistas tienen un gran corazón, a pesar de sus torpezas.