Reseña de la primera temporada de Blue Eye Samurai. Serie animada de Netflix.
El demonio no siempre viste de Prada. A veces se cubre con los harapos de un ronin del siglo XVII, sediento de venganza, de ojos azules amenazantes… Este ser diabólico se llama Mizu y es el personaje principal de la serie Blue Eye Samura, una de las mejores del 2023. Su mezcla de animación tradicional con 3D, genera un aire retro que nos hace pensar en viejos clásicos del género, mientras que su trama es una poderosa premisa sobre la misoginia y el racismo.
La historia disponible en Netflix se ubica en Japón, y gira en torno a un ronin llamado Mizu, un samurai sin amo, cuyo único objetivo en la vida es acabar con los únicos tres hombres blancos que viven en el país. Y no se detendrá ante nada; es sumamente hábil y despiadado cuando llega el momento.
Ahora bien, habrá que hacer un paréntesis para explicar el contexto: la serie se sitúa en una época en donde se le ha prohibido la entrada a todos los extranjeros a Japón. La figura del emperador ha sido puesta de lado para dejarle espacio a la del Shogún, un líder militar. El shogunato (o periodo Edo) inició en 1603 y culminó en 1868; se caracterizó por la cerrazón de la isla ante las influencias extranjeras, lo cual generó una aversión hacia el mestizaje, según se entiende en la historia. Así pues, los hafu o mestizos eran considerados parias, lo que agrega dramatismo a la trama de nuestro personaje principal.
Mizu es hijo de alguno de los cuatro hombres blancos que permanecieron de manera ilegal en Japón luego de la prohibición. Al parecer, un grupo de contrabandistas que operaba bajo la venia del Shogún. Uno de ellos murió a manos del ronin antes de que los hechos de la serie tengan lugar, así que aún le faltan tres.
No queda muy claro en la serie, pero todo parece indicar que hubo una especie de purga hacia los descendientes mestizos de estos sujetos, por lo que nuestro protagonista sería una víctima y a la vez un sobreviviente. Su madre lo protegió cierto tiempo pero fue asesinada presuntamente por estos hombres blancos que buscaban a su hijo para deshacerse de él.
La sed de venganza creció en Mizu y fue el combustible que lo llevó a la sobrevivencia y quizá, a la extinción de su alma.
Mizu tuvo un maestro, un fabricante de espadas que lo crió durante varios años de su vida, y , que para la fortuna de nuestro héroe era ciego, así que no podía ver sus rasgos físicos aberrantes. Pero ese no será el único aliado: en su camino se topará con Ringo, un sujeto que carece de sus dos manos pero que desea ser algo más, aspira a la grandeza y por eso desea ser un Samurai.
Luego encontraremos a Teigen, un samurai con quien entablará una relación de amor y odio; este guerrero está a punto de casarse con una princesa llamada Akemi… hasta que Mizu entra en escena y lo humilla en combate, trastocando así todos sus planes. Por cierto, pongan atención a Akemi, un personaje que crece sobremanera para el final de la historia.
A lo largo de la serie, Mizu irá adentrándose poco a poco a las entrañas de un Japón que yace oculto más allá de las buenas costumbres y el código Bushido (el código de honor de los samurais): crimen organizado, prostitución, complots políticos, etc… al tiempo que nos confronta con el racismo y misoginia de la época, que parecen sumamente actuales.
Durante el viaje de MIzu, conoceremos las particularidades de los personajes secundarios, los cuales resultan sumamente interesantes debido a las diversas aristas que presentan.
Quizá, el menos profundo es el villano blanco, Abijah Fowler quien resulta ser un panfleto andante de todo lo malo que representa el hombre blanco colonialista, lo cual abarata un poco el trabajo narrativo de los guionistas: los malos japoneses son una caricatura comparados con este villano blanco de origen británico; incluso, los malos japoneses parecen ser producto de la manipulación de este sujeto.
Curioso, los guionistas quieren criticar la filosofía colonialista del hombre blanco y ellos terminan tratando con condescendencia a los no blancos; como si fueran inocentes por naturaleza, como buenos salvajes.
Salvo por lo anterior que termina siendo un poco burdo, la serie está tan bien contada que apenas si se ve mermada por esta pifia de los guionistas: Blue Eye Samurai es una historia bastante sólida, poderosa, que emociona tanto por su drama como por sus escenas de acción, al tiempo que conmueve e invita a la reflexión no solo del racismo, la discriminación y la misoginia, sino también del empoderamiento femenino, pues cabe resaltar que Mizu es en realidad una mujer que para sobrevivir tuvo que disfrazarse de hombre y convertirse en un mejor guerrero que cualquiera.
El final de la serie establece claramente la necesidad de una segunda temporada.
Blue Eye Samurai está disponible en Netflix y cuenta con ocho episodios.
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En el podcast Permanencia Involuntaria platicamos sobre Blue Eye Samurai.