por Montserrat Pérez Bonfil
Nace una estrella (A Star Is Born, 2018, EU) es lo que necesitaba urgentemente la cartelera cinematográfica a últimas fechas: una película hollywoodense poderosa y trascendental.
Y es que, cuando parece que en Hollywood se han terminado las ideas originales, llega Bradley Cooper para demostrarnos que una cinta llevada a la gran pantalla por cuarta ocasión en menos de un siglo se puede reinventar de manera tal que el público termine sacudido hasta los aplausos o hasta las lágrimas.
Nace una estrella está consturida de forma que te engancha desde el primer segundo para llevarte de paseo por todo el abanico de los sentimientos y las emociones humanas como el miedo al triunfo (y al fracaso), el enamoramiento, el dolor, la pérdida, la envidia, el encuentro con uno mismo, la evasión y la confrontación que implica darse cuenta que se ha dañado a lo que más se ama en el mundo.
Bradley Cooper—quien ha sorprendido al mundo entero con sus talentos ocultos— además de dirigir la cinta, interpreta a Jackson Maine, una estrella de rock en decadencia cuyos fantasmas de la infancia lo persiguen, llevándolo a refugiarse en las adicciones. A pesar de que aún lo ovacionan en conciertos masivos y es reconocido en donde quiera que se pare, Jack no sólo ha perdido la pasión por lo que hace, también está en camino de quedarse sordo.
Tras una de sus presentaciones masivas, el solitario Jack decide continuar bebiendo y termina en un bar de travestis donde Ally (Lady Gaga) hace un show interpretando “La Vie en Rose” de Edith Piaf. El hombre queda deslumbrado con el talento y la fuerza interpretativa de esta Piaf con cejas de plástico. La visita en backstage, le invita un trago y, entre una y otra cosa, terminan cantando canciones de la autoría de la chica en el estacionamiento de un supermercado.
Jackson hace ver a Ally que tiene un gran talento, que puede componer, que puede cantar y que puede ser una gran estrella; a pesar de que el mundo entero le haya dicho que es fea y que tiene una nariz demasiado grande. Jack la invita a uno de sus conciertos —no quiere separarse ya de ella— pero Ally, desconfiada e incrédula, se niega porque tiene un trabajo de mesera que paga las cuentas.
Finalmente, la chica decide ir al concierto y Jackson, emocionado, la invita al escenario para intepretar juntos “Shallow”, la melodía que habían entonado la noche anterior. Este momento climático en el que podemos sentir el terror de Ally ante el monstruo de las mil cabezas y la disyuntiva de no dejar pasar la oportunidad de su vida, marca el fin del primer acto: Ally da el paso de la mano de Jack y ya no hay vuelta atrás.
El público los ama y ellos se enamoran profundamente. Se casan. Pero el alcoholismo de Jack destruye lo que toca.
Después de uno de los conciertos, Ally recibe una oferta por parte de Rez Gavron (Rafi Gavron) para ser su representante y grabar un disco como solista y, a partir de este momento, la carrera de la chica se eleva como la espuma hasta ganar un Grammy a mejor revelación musical.
Pero mientras Ally va en ascenso, Jack se desploma hacia el fondo de lo que parece ser un abismo del que ni su mujer ni sus amigos más cercanos sabrán cómo rescatarlo.
El debut de Lady Gaga en la pantalla grande es tan asombroso como el inicio de la carrera de Bradley Cooper como director y guionista, para el guion trabajó de la mano de Eric Roth y Will Fethers.
Cooper no la tenía nada fácil ya que el triple reto de capturar momentos íntimos en un escenario masivo donde canta, dirige y actúa (y se ve sexy), aunado al compromiso de hacer sentir en el público un embargo emocional que no permita que deje de creer ni por un segundo en la historia que nos está contando, no es cualquier cosa.
En un futuro no muy lejano haremos una comparación entre las cuatro versiones de Nace una estrella: 1937, 1954, 1976 y 2018, pero por el momento, baste decir que para esta puesta en pantalla Cooper se basó en todas las versiones anteriores, retomando un poco de cada una para la construcción de la historia y de los personajes, pero otorgándole una visión fresca a su cinta.
Nace una estrella no es la típica historia de amor en la que: chico conoce chica, chico pierde chica, chico recupera chica… es una construcción profunda de los encuentros y desencuentros consigo mismos de los personajes.
Jack y Ally se entregan al amor desde el inicio, pero a diferencia de lo que nos cuentan la mayoría de las “historias de amor”, lo difícil no es llevar a su culminación un romance, sino hacer que funcione después, cuando la vida, lo cotidiano, los problemas, los temores, las envidias y el dolor que causa ver autodestruirse a la persona que más amas en el mundo, se te plantan enfrente y tienes que hacerles cara. Y eso es lo que nos cuentan de manera magistral Gaga y Cooper en esta cinta que seguramente ganará, como sus predecesoras, unos cuantos Óscares.
1 comment
. La Música y la fotografía también estuvieron muy bien, en mi opinión. Lo que más me sorprendió, fue el trabajo de Bradley Cooper.