por Daniel Villamil
[av_dropcap1]D[/av_dropcap1]urante la pasada FIL de Guadalajara se presentó Inframundo de Bernardo Esquinca, cuarto libro de la Saga Casasola editada por Almadía. Esto resalta por dos motivos: es muy raro que se toque el género policiaco en México y que existan sagas.A diferencia de Estados Unidos, en nuestro país no existe, como tal, la figura del detective, y la imagen de nuestros policías dista mucho del arquetipo de héroe, tanto en físico como en comportamiento. De ahí que son muy pocos los libros que manejen el noir, siendo de los pocos ejemplos el Complot Mongol de Rafael Bernal (edit. Joaquin Mortiz) y la serie de novelas de la Detective Mijangos de BEF (edit. Océano).
La solución que encontró Esquinca ante lo artificial y ajeno que resultaría contar sus historias ubicadas en la Ciudad de México y de temas tan nacionales como el porfiriato y la época prehispánica, fue sustituir la profesión de detective con la de periodista de nota roja, un género periodístico muy socorrido en el país hasta hace unos años que fue sustituido por las notas de narcotráfico.
De esta forma conocemos al protagonista llamado Casasola, un periodista de cultura degradado a la nota roja, que tiene la habilidad de hablar con los muertos en sus sueños, y que sin saberlo, comparte profesión con su difunto abuelo Eugenio, quien protagoniza la tercera parte de la serie.
En cada uno de los libros, Casasola se ve obligado a investigar un asesino serial que de alguna forma siempre tiene un toque sobrenatural, lo que da pie a que el autor introduzca los temas recurrentes en sus libros de relatos: posesiones, fantasmas y la ciudad como un ente vivo.
En el primer libro La octava plaga, la antagonista es la asesina de moteles, en Toda la Sangre conocemos al asesino ritual y en la tercera parte, Carne de ataúd, conocemos la historia de uno de los primeros asesinos seriales del país: Francisco Guerrero Pérez, mejor conocido como el Chalequero.
Para la cuarta entrega, Esquinca retoma todos los temas y cabos sueltos de sus libros anteriores, mostrándonos a un Casasola cansado y retirado después de todo lo que ha vivido, pero que no puede escapar de su destino y nuevamente debe investigar a un asesino, en este caso uno que está matando a todos los integrantes de una sociedad coleccionista de libros raros, a la par de que vamos conociendo la historia del libro maldito de Blas Botello, quien fuera el astrologo de Hernán Cortés durante la conquista de México.
Afortunadamente, Casasola no está solo, pues contará con la ayuda de “el griego”, un fotógrafo de nota roja retirado (un homenaje a Enrique Metinides), el consejo de periodistas muertos y de Andrea Mijangos, sí el personaje de BEF hace un crossover, luego de que Casasola apareciera en Azul Cobalto.
Sin duda una excelente opción para todos los amantes del género policiaco, lo sobrenatural y hasta de la historia de la Ciudad de México.