Atención: esta reseña contiene grandes spoilers
por Fausto Ponce
La segunda temporada de Big Little Lies cerró de manera… brillante; un poco por la gran creatividad de los realizadores pero también porque muchos de los personajes encontraron una “luz al final del tunel”, lo cual se traduce en un final sanador en muchos aspectos.
Las Cinco de Monterey reafirmaron su amistad y el control de su vida luego de haber enfrentado diversas pérdidas o, al menos, enfrentar su posibilidad: Bonnie (Zoe Kravitz) pierde a su mamá y su matrimonio, mientras que Renta (Laura Dern) pierde su fortuna; Celeste (Nicole Kidman) estuvo a punto de perder a sus hijos y Madeleine (Reese Witherspoon) su matrimonio; en un sentido similiar pero en positivo, Jane (Shailene Woodley) perdió el miedo a la intimidad.
Lo anterior ocurre en medio de un ambiente de violencia intrafamiliar y crisis maritales en donde las protagonistas se nos muestran como seres humanos complejos que no merecen el maltrato y tampoco la victimización; nuestras heroínas toman el control de su vida y se lanzan a enfrentar la adversidad.
De igual manera, los villanos de la historia se nos muestran como seres complejos, producto de su entorno, pero también de sus decisiones por lo que su mostruosidad no desaparece del todo… o bueno, desaparece para dar paso a un ser humano que debe pagar por sus actos.
En el capítulo final, Celeste (Kidman) enfrenta en la corte a Mary Louise (Meryl Streep) por la custodia de sus hijos, y lo hace como abogada —recordemos que esa es la profesión de Celeste y que lo hace muy bien— de tal manera que manda llamar al estrado a Mary Louise para interrogarla.
Celeste cuestiona la capacidad de su suegra como madre, quien de alguna manera estuvo involucrada en la muerte de uno de sus hijos y, por su puesto, su crianza fue fundamental para que Perry (Alexander Skarsgard) resultara ser un golpeador y violador de mujeres.
Celeste triunfa gracias a que muestra un video que estaba en su iPad, grabado por uno de sus hijos, en donde se ve a Perry golpeándola.
La juez le da la custodia a Celeste, eso sí, con varias condiciones. Mary Louise se va derrotada… pero antes, Celeste tiene un gesto de amor incondicional: les dice a sus hijos que vayan con la abuela y le den un abrazo para consolarla. La madre de Perry se regresa a San Francisco.
Finalmente, la madre de Bonnie muere luego de haber despertado y hacer pensar a su familia que podría iniciar su recuperación. Bonnie (Kravitz), quien se había asincerado con ella mientras estaba inconsciente, decide revelar la verdad a su marido: le confiesa que no lo ama y acto seguido decide irse a entregar a la policía.
Mientras tanto, Jane (Woodley) es capaz de tener intimidad física con su galán; Madeline (Witherspoon) y Ed (Adam Scott) renuevan sus votos matrimoniales, y todo a petición de Ed; y por último, Renata descarga su furia contra su marido ya que encuentra que éste se las arregló para quedarse con sus trenes de juguete y otros artículos, por lo que ella toma un bat de béisbol y comienza a destrozar las pertenencias de su marido quien minutos antes se comportaba de manera cínica y condescendiente con su mujer.
En la escena final, Bonnie llega a la comisaria pero para su sorpresa, sus amigas llegan casi al mismo tiempo que ella. Todas entran juntas a enfrentar su destino.
Por momentos, podríamos argumentar que algunas resoluciones que vemos en pantalla parcen salidas de una chistera de mago, pero al hacer una evaluación de la serie son pecata minuta. El final de la serie no demerita el trabajo que se realizó durante dos temporadas y deja el camino libre para una tercera.
Especulando un poco, podría apostar que la siguiente temporada girará en torno al juicio de las Cinco de Monterey, sobre todo porque el creador de la serie es David E. Kelly, quien cuenta con magníficas series de abogados como Ally McBeal, Los practicantes y Boston Legal.
En fin, ya veremos…