El método Kominsky es una serie inspiradora cuyos capítulos finales, si bien de pronto se sienten un poco apresurados, confieren de dignidad a los personajes principales quienes están en la recta final de sus vidas. La serie nos deja ver que las pasiones, ansiedades y deseos son las mismas sin importar la edad. Nunca se es demasiado viejo para maravillarse y vivir plenamente.
La tercera y última temporada de la serie creada por Chuck Lorre comienza con la muerte de uno de los mejores personajes de la serie, Norman (Alan Arkin), quien dejó como albacea al mismísimo Sandy (Michael Douglas) para que administrara la herencia.
A nuestro protagonista, su amigo Norman le dejó 10 millones de dólares, mitad a él y la otra a su hija Mindy (Sarah Baker), y una serie de problemas encarnados en sus descendientes: su única hija, Phoebe (Lisa Eldestein) y su nieto Robby (Haley Joel Osment).
Al principio, el coach actoral piensa que la herencia y los problemas que Norman le dejó son una mala broma de su difunto amigo, pero posteriormente descubrirá que su amigo le dejó un regalo invaluable.
Durante esta temporada Sandy deberá lidiar con la ausencia de Normal y con la enorme tristeza, pero la vida sigue y ahora deberá enfrentar la boda de su hija, al novio sesentón de ésta (Paul Reiser) y su ex mujer (Katleen Turner).
Poco a poco la vida de Sandy se irá asentando, sí, a sus más de 70 años aquello que parecía no tener sentido dará un giro drástico pero feliz de una manera ingeniosa y conmovedora que nos hace sentir que llegar a la tercera edad será una etapa más llena de posibilidades a pesar de que nuestro físico diga lo contrario.
Ahora bien, se extraña al gran Alan Arkin, con todo y que la incorporación de Katleen Turner (la ex esposa gruñona, talentosa, de bromas pesadas y de armas tomar) fue un gran acierto; sin embargo, es inevitable sentir la trama un poco apresurada para poder cerrar el arco de Sandy de manera más que satisfactoria.
El método Kominsky tiene una mezcla sublime de humor negro y reflexiones profundas; de sarcasmo y momentos conmovedores. Una de las escenas que mejor captan la esencia de la serie es cuando Sandy va al restaurante al cual iba con Norman desde hace décadas.
La escena es la siguiente: Mientras Sandy se toma una copa en honor de su amigo, vemos en un segundo plano como el mesero de edad avanzada llamado Alex, se aleja con su caminar tambaleante, ese mismo tambaleo que se hacía evidente al momento de servir las bebidas, las cuales depositaba peligrosamente sobre la mesa, lo cual divertía a los protagonistas.
Todo parece indicar que Alex es de la misma edad o más Grande que Norman, quien tenía poco más de 80 años, pero con una actitud envidiable. Alex nunca derramaba ni una gota. Así pues, en dicha escena, uno no sabía si llorar con Sandy o reír con Alex.
El método Kominsky nos enfrenta con la dura realidad sobre el envejecimiento pero al mismo tiempo, nos muestra que la vida sigue, y que al final no importa la edad que tengas, los problemas se presentarán de una u otra forma, pero también, las sorpresas y maravillas de la vida y la generosidad de los amigos.