Uno de los grandes aciertos de la serie Cobra Kai es sin duda la relación que se establece entre maestro y alumno. Y bajo ese mismo tenor debemos incluir la dinámica padre e hijo. Cobra Kai es principalmente una serie sobre la redención, resultado de las segundas oportunidades que se generan a través de la paternidad.
Johnny Lawrence, el antiguo adversario de Daniel Larusso en Karate Kid, es el protagonista de esta historia, un anti héroe con múltiples posibilidades debido, precisamente.a sus debilidades. No es precisamente material para ser ese maestro a causi perfecto que solemos encontrarnos en la mayoría de las historias sin embargo, su sensibilidad y fortaleza serán el motor para grandes cambios.
Por otro lado, sin esas imperfecciones Johnny no podría ser el protagonista pues simplemente no habría historia. Y es que estamos frente al nacimiento de un maestro: aunque claro, Johnny no es el señor Miyagi, ni tampoco es un Obiwan Kenobi ni un Gandalf, pero potencialmente podrá convertirse en un gran sensei.
Johnny es un alma en pena que se la pasa relamiéndose sus heridas, y será el orgullo de vencer a Daniel Larousso su motivación para salir adelante. Si bien su orgullo lo hará levantarse, será a través del personaje de Miguel lo que le permitirá contactarse con ese niño débil que también padecía abusos de otros niños, de su padre y posteriormente de su sensei; siendo estos últimos quienes debían protegerlo.
Con Miguel, Johnny encontrará una razón para salir adelante pero aquí es sólo su ego el que lo mueve; su aprendizaje no estará completo hasta que su hijo entre al escenario, y es aquí donde Johnny aprenderá verdaderamente de sus errores: a través de su hijo, Robby. Cuando Johnny descubre que sus acciones tendrán una repercusión negativa en su hijo —a quien tanto quiere pero no ha sabido cuidar—, es entonces que es capaz de generar conciencia sobre sus errores . Y posteriormente pondrá en práctica ese nuevo aprendizaje con Miguel y con los demás personajes, pero Robby es el catalizador, es el espejo en el cual puede reconocerse.
La importancia de la relación padre hijo también se verá proyectada en Daniel Larousso gracias a su hija Samantha, aunque aquél parece un aprendiz mucho más lento que Johnny.
De alguna manera, los hijos terminan siendo los maestros de sus padres. Es gracias a ellos que puede conectar mejor con su padre, su pareja y con el mundo que lo rodea.
Cobra Kai parece decirnos que la fortaleza del maestro no radica propiamente en su capacidad para enseñar sino en su capacidad para aprender: un buen maestro debe ser también un buen alumno. Así pues, poco importa si Johnny es alcohólico y un fracasado, él siempre ha sido un buen alumno —al menos en cuanto a karate se refiere—, el mejor que tuvo Cobra Kai.
Larusso también fue un gran alumno del señor Miyagi, pero al parecer, el éxito ha nublado un poco su visión: sigue pensando que es el chico bueno de la película y no se abre a la posibilidad de que él también es capaz de cometer errores. Al menos hasta la segunda temporada.
Ya veremos qué ocurre con Johnny Lawrence en las siguientes temporadas pero por ahora son sus vicios e imperfecciones las que lo convierten en el candidato perfecto para ser un gran maestro pues, en un enfoque espiritual, es en la oscuridad donde podemos revelar más luz.