Salvar el fuego, el premio Alfaguara de este año, no es un libro para todos los gustos. Tal vez lo odies o lo ames, con suerte encontrarás un punto intermedio, lo que es definitivo, es que no te dejará indiferente.
“Este país se divide en dos: en los que tienen miedo y en los que tienen rabia.” Con estas líneas Arriaga nos resume en unas cuántas palabras, el eje central de su obra y nos enfrenta al primero de varios cuestionamientos que tendremos a lo largo del libro.
¿A qué parte perteneces tú? ¿a la que tiene miedo? ¿o a la que tiene rabia?
Contada a tres voces, “Salvar el fuego” nos relata la vida de tres personajes sumamente distintos uno de otro, pero unidos por el destino, las circunstancias… ¿y sus malas decisiones?
Marina es una mujer con la vida resuelta, madre de dos hijos y casada con Claudio quién es empresario, es bailarina y tiene una escuela de danza. Un día junto a su academia de baile es invitada a realizar una presentación en la cárcel, ahí conocerá a José Cuauhtémoc Huiztli, un hombre condenado a más de cincuenta años de prisión por homicidio múltiple de quien termina enamorándose.
Esta voz narrada en primera persona nos llevará a ser parte del conflicto interno que vive Marina, a formar parte de sus pensamientos, su crecimiento y a acompañarla en el descubrimiento de quién es ella en realidad, digamos que a Marina le sobra mundo… pero le falta barrio.
José Cuauhtémoc cumple su segunda condena en prisión, la primera fue por el homicidio de su propio padre. Es un hombre sumamente culto que ha encontrado en la escritura su vía de escape, es a través de las palabras que logra sentirse libre a pesar de su encierro y es en Marina (una vez que se conocen) que encuentra su razón de vivir.
Un narrador en tercera persona nos hablará de todo lo relacionado a José Cuauhtémoc y en ocasiones también servirá para contarnos de “El Maquinas”, amigo intimo de JC que pronto se convertirá en enemigo. Esta voz me parece un homenaje a Elmer Mendoza y su novela negra “El amante de Janis Joplin”. Arriaga utiliza un lenguaje pocho para guiarnos por la vida de estos dos personajes, escribe palabras en inglés tal y como suenan “juatdefock” y hace uso de términos como “ex chubby yummy ahora flaquibuena” los cuales resultan bastante divertidos.
A pesar de encontrar los relatos más crueles en esta voz, su modo de describir las situaciones es lo que aligera la novela, momentos dónde uno ya no sabe si reír por cómo está siendo contada la historia o llorar por lo que está sucediendo.
A través de cartas a su difunto padre conoceremos a Francisco, hermano de José Cuauhtémoc. Estas cartas tienen un lenguaje más sofisticado, pero se encuentran cargadas de resentimiento. A través de las palabras de Francisco conoceremos la historia de estos dos hermanos y el infierno que vivieron a causa de su padre Ceferino quien sometía a sus hijos a métodos extremos para lograr que fueran los mejores, los más altos, los más inteligentes, los más fuertes, los más cultos, ¿lo logró? probablemente, pero a un precio muy alto.
La historia de amor entre Marina y José Cuauhtémoc me recuerda un poco a Romeo y Julieta, personas de mundo completamente distintos cuyo “amor instantáneo” no les permite ver la realidad y están dispuestos a llevarlo hasta las máximas consecuencias. Probablemente esta “lobstori” sea de lo que menos disfruté de la lectura.
Por otro lado, los manifiestos que escriben los presos en su taller de escritura me resultaron sumamente conmovedores. La mayoría son víctimas de su entorno y aunque nunca intentan justificarse a través de sus relatos, si nos da la oportunidad de ponernos durante un momento en sus zapatos y cuestionar que decisiones tomaríamos en su lugar.
Salvar el fuego dista mucho de ser mi libro favorito y sin embargo me ha entretenido, cuestionado, confrontado, enojado, pero sobre todo sigue conmigo aún después de terminar la lectura.
¿Y tú, a qué grupo perteneces? ¿A los que tienen miedo o a los que tienen rabia?