El primer episodio de Acapulco muestra una serie chistosa con cierto carisma pero nada extraordinario. Hasta ahora, la historia de un chico por el cual no apostarías mucho pero cuyo corazón de oro y hambre de superación podría llevarlo muy lejos.
La historia comienza con Máximo (Eugenio Derbez) en una toma abierta que nos muestra una hermosa mansión con alberca, vista al mar y mayordomo. La imagen de un millonario exitoso.
Dicho millonario, en inglés, manda llamar a su sobrino para darle un regalo: su historia. El niño no se ve muy contento con esto pero Máximo le dice que es importante que conozca los orígenes de la familia. Al pequeño no le causa mucha ilusión esto pero su tío le recuerda que ni siquiera puede hablar español como debiera.
Máximo revela que sus orígenes humildes se remontan al puerto de Acapulco. Y que Nora (Vanessa Bauche), su madre, tenía tres trabajos para poder mantener a la familia. Poco después no enteramos que el padre de nuestro protagonista era chofer de autobús y que murio en un accidente.
Durante el establecimiento del contexto se nos devela que parte del orgullo del puerto era un famoso hotel que albergaba a importantes personalidades internacionales del mundo del espectáculo llamado Las colinas; al parecer, la única manera de salir adelante en un entorno social complicado.
Y se nos cuenta que un personaje exitoso del barrio de Máximo, conocido como Don Pablo, salió adelante gracias a que tenía un buen puesto en el resort. Máximo admiraba al susodicho.
En una ocasión, cuando Máximo era niño, se topó con Don Pablo cuando éste regresó al barrio. El pequeño le externó su admiración y el susodicho le regaló una caja de cerillos del hotel. De inmediato, Nora llegó a decirle a su hijo que no se acercara a dicho personaje pues estaba involucrado en cosas del mismísimo chamuco.
Ya en su juventud, Máximo (Enrique Arrizón) consigue un trabajo de chofer de Autobús, como su padre. Pero en su primer día, un amigo suyo le dice que existe la oportunidad de que ambos puedan aplicar por un puesto de trabajo en el hotel. Máximo lo piensa un poco, pues ir a buscar una oportunidad en Las Colinas implica renunciar a su nuevo empleo.
Obviamente el protagonista decide ir en busca de sus sueños. Y es ahí en dónde se topa de nuevo con Don Pablo, quien ya no se acuerda de su interlocutor. Pero nuestro protagonista le recuerda su encuentro y le muestra la caja de cerillos que aún conserva al tiempo que le hace saber que es una inspiración para él.
Total que Máximo consigue el trabajo y su responsabilidad es atender a los huéspedes del área de albercas. En un principio está feliz pero cuando una pareja le pide que les consiga marigüana se dará cuenta de que las cosas no serán tan sencillas cómo él pensaba, sobre todo que para conseguirla debe renunciar a una preciada pertenencia de su padre.
El primer episodio de esta comedia resulta chistoso a secas. La riqueza de colores funciona como atractivo visual pero no alcanza para enamorarse de los personajes; no son entrañables, les hace falta algo, quizá un elemento dramático que nos ayude a empatizar o alguna excentricidad que los haga adorables (Damián Alcázar sale solo unos minutos y consigue que su personaje sea memorable).
Eugenio Derbez está bien, al igual que Bauche, Arrizón y Regina Reynoso quien interpreta a su hermana de mente progresista y anti sistema.
Ahora bien. Es el primer episodio y quizá encontremos sorpresas más adelante. Sin embargo como carta de presentación resulta una serie bastante regular. Y en medio de una avalancha de ofertas resulta poco vendedor.