A lo largo de ocho capítulos, el drama adolescente de acción, fantasía y aventura llamado Maldita, se fue transfromando poco a poco en una historia de intriga política, tragedia y violencia fantástica con elementos gore, y un gran final.
La serie está basada en la novela homónima de Thomas Wheeler, que a su vez es una variación de la leyenda del Rey Arturo en donde Nimue, La dama del lago, es la protagonista de la historia.
La versión televsiva presenta a una joven con dones excepcionales para la magia, buena e insegura, llamada Nimue (Katherine Langford), quien se verá atrapada en un conflicto que amenaza con destruir a su pueblo. Para añadir un grado más de complejidad a la situación de Nimue, a sus manos llegará una espada que podría ser la solución al conflicto.
La historia se desarrolla en la Inglaterra medieval durante el reinado de Uter Pendragon (Sebastian Armesto), un mundo fantástico en donde la magia existe. En este contexto nos encontramos a unos seres llamados Fey (en español lo traducen con Inefables), criaturas fantásticas —algunas muy parecidos a los humanos, otras con rasgos de animales —, conectadas con la magia, las cuales se encuentran en peligro debido a que un grupo de monjes llamados Los paladines rojos, están exterminando aldeas Fey en nombre del Dios cristiano.
Nimue pertenece a los Fey pero es “tan potencialmente poderosa” que su comunidad le tiene miedo, e incluso existe cierto desprecio. Nimue no se siente muy acogida en su aldea por lo que está planeando escapar de ahí. Sin embargo, el destino la pondrá frente a frente con un joven noble venido a menos llamado Arthur (Devon Terrel) y con Los paladines rojos quienes destruirán su aldea.
Antes de morir a manos de los susodichos monjes, la madre de NImue le hace un encargo a su hija: le da una espada y le pide que busque a Merlín, el mago (Gustaf Skarsgard). Nimue alcanza a huir no sin antes dejar malherido a uno de los invasores, que estaba a punto de hacerle daño, a través de métodos sobrenaturales, con lo que cual se gana el apodo de Wolf-Blood Witch (Bruja Sangre de Lobo), y se convierte en el enemigo a vencer de Los paladines rojos.
Nimue deberá encontar a Merlin en medio de sus enemigos mortales para entregarle su espada, la cual por cierto, es capaz de dar un poder sobrenatural a quien la posea. Pero habrá otros inconvenientes que nuestra heroína debera enfrentar, como por ejemplo, el hecho de que su pueblo la necesite para seguir con vida, o bien, sus propias inseguridades.
En su camino, Nimue se topará con otros aliados, además de Arthur: a una monja llamada Morgana (Shalom Brune-Frankiln), hermana de Arthur, y al caballero verde (Matt Stokoe), entre otros. Nimue cuenta también con dos amigos importantes Pym (Lily Newmark) y a un niño llamado Squirrel (Billy Jenkins).
En un principio, la serie se siente como un drama adolescente, bien hecho pero con personajes poco profundos con emociones a flor de piel, principalmente Nimue. Poco a poco, conforme vamos conociendo a otros personajes el drama se va poniendo más interesante y más sangriento, y la cara de confusión y pesar de Nimue deja de ser tan chocante.
El tema de fondo, además del empoderamiento femenino representado por Nimue, gira en torno a la multiculturalidad, representada en el conflicto entre los humanos (principalmente la iglesia Católica) y los Fey, que han quedado reducidos a una minoría debido a nuestra intolerancia.
Para los episodios finales, la serie se convierte más en un drama de intriga política cargado de violencia, con un aire que nos recuerda la maestría con que lo hacían en Game of Thrones.
Si la serie continúa con la escencia de los últimos tres episodios la segunda temporada puede ser algo excepcional, pero si regresan al mood drama adolescente de los primeros capítulos, la serie no habrá valido la pena.