Una educación de Tara Westover se ha convertido en uno de esos libros imperdibles de los últimos años. Con ayuda de sus diarios, la autora nos cuenta su historia desde su niñez en las montañas de Idaho, Estados Unidos, hasta su paso por la Universidad de Cambridge en Inglaterra.
“Es extraño que des a tus seres queridos tanto poder sobre ti”.
Tara es la menor de siete hermanos de una familia mormona fundamentalista, no tuvo partida de nacimiento hasta el día en que cumplió nueve años ni registro médico alguno. Su educación en casa, impartida por su madre, se limitó al aprendizaje de operaciones matemáticas básicas, leer y escribir.
Su padre despreciaba todo aquello que viniera del gobierno, les llamaba “Illuminati”. Tanto policías, como profesores e incluso los médicos eran una amenaza para él y consideraba a las medicinas un veneno. Vivía temeroso del día final por lo que continuamente se preparaba para el fin del mundo.
Bajo la creencia de que “nada pasará si Dios así no lo quiere” ponía a sus hijos en constante peligro, ya fuera sometiéndolos a trabajos de riesgo en su deshuesadero o manejando bajo una nevada. Si algo malo sucedía, era “porque Dios así lo decidió”. Con el tiempo, Tara entendería que el trastorno de su padre era un caso de bipolaridad.
Su madre era partera y herbolaria, más por orden de su marido que por convicción propia. Su actitud, contradictoria, por momentos presentaba destellos de lucidez que muestran que no concordaba del todo con las ideas de su marido y, aunque apoya a sus hijos, jamás se pronuncia en contra de las imposiciones del marido.
Entonces Tara, inspirada por uno de sus hermanos mayores, decide ir a la universidad. Se vuelve autodidacta para aprobar el examen de admisión, pero convivir con el mundo real no le resulta fácil porque, además de que ignora muchas cosas, sus creencias familiares siguen arraigadas en ella. Aún con todos estos obstáculos, no solo logra entrar la universidad sino que obtiene un doctorado en Cambridge.
Al final, lo que termina alejando a Tara de su familia no es la religión ni las medidas extremas de su padre ni el hecho de que cada día le cuesta más trabajo conciliar su vida entre las montañas y el mundo real, sino la historia de violencia y abuso físico y mental ejercida por su hermano Shawn. En algún momento, Tara apoya a su hermana Audrey a denunciar el abuso, pero se encuentra con que su familia le da la espalda. “Sabes que te quiero, ¿verdad?”—le dice su padre la última vez que se ven. “Sí, ese nunca ha sido el problema”—responde ella.
La pluma de Westover es ligera, adictiva y honesta e intenta ser parcial para no criticar de ningún modo a la religión mormona. Habla específicamente de su familia y de la situación que ella vivió.
Una educación es una memoria cruda, por momentos desgarradora, pero también es un viaje de superación, crecimiento, revelación y aprendizaje que habla de lo importante que es la educación académica.
“Pueden llamarlo transformación, metamorfosis, falsedad, traición. Yo lo llamo una educación.”