Entre las innumerables pérdidas mundiales por el Coronavirus, debe consignarse la vida de uno de los artistas más talentosos y admirables del cómic europeo: el dibujante e historietista argentino Juan Giménez, quien murió a los 76 años de edad el pasado 2 de abril en su natal ciudad de Mendoza, luego de regresar infectado de Sitges, localidad catalana en la que residía desde hacía varios años.
El fallecimiento de Giménez, internado desde el 22 de marzo en el Hospital Central de Mendoza, pronto fue lamentado por diversas personalidades internacionales de la industria del cómic como Mark Waid, su publicista y editor en Humanoids, editorial en la que publicara La casta de los Metabarones en colaboración con el chileno Alejandro Jodorowsky.
Juan Giménez nació el 16 de noviembre de 1946 y se educó en la Escuela de Artes y Diseño de la Universidad de Cuyo, para después perfeccionarse en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona en España.
Antes de dibujar para reconocidas revistas españolas del género como Zona 84 y Comix Internacional, Giménez colaboró con editores de cómic en Argentina como Colomba y Record.
Leo Roa fue su primer lanzamiento en Francia, en 1979 (publicado en inglés bajo el título de The Star Conspiracy), en la que cuenta la historia de un estudiante de periodismo que se ve envuelto en un crimen, parte de una conspiración al estilo de Knives Out (la película de Rian Johnson estrenada en 2019), pero en el espacio.
Un año después, Giménez destacó en el rol de diseñador creativo en la película animada canadiense-estadounidense Heavy Metal (1981), dirigida por Gerald Potterton e inspirada en el cómic británico homónimo editado por Ivan Reitman. Se trata de una amada —u odiada— cinta de culto que no pasa desapercibida para ningún fanático de la ciencia ficción y la fantasía.
Sin duda, Giménez fue uno de los artistas del cómic más aclamados de su generación y ocupa un sitio referente en el género de la ciencia ficción industrial, tan característico de las revistas de historieta Heavy Metal y Métal Hurlant en las que participó desde inicios de los años 70.
Otro de los trabajos relevantes de Juan Giménez, o al menos de los más conocidos por el fan promedio del eurocómic, es la saga de ciencia ficción militar El cuarto poder, publicada en español por la editorial Norma. Se trata de la odisea de sobrevivencia de Exether Mega, un piloto militar atrapado en un conflicto interplanetario entre humanos bajo el estandarte de los Estados Unidos Planetarios y los Krommiums. Mega descubre que está en el centro de un furtivo y complejo experimento para crear el arma de guerra definitiva, es decir, una historia algo parecida a El quinto elemento de Luc Besson.
La casta de los Metabarones, basada en la novela Duna de Frank Herbert —publicada integralmente por el sello Reservoir Books de Penguin Random House y originalmente en ocho pausados tomos a partir de 1992 por Humanoids— es una colaboración de Giménez al estilo del carismático Jodorowsky, quien acostumbra contratar artistas o asociarse con ellos por vínculos o vibras de naturaleza cósmica.
Así también lo confirmó Fabrice Giger, CEO de Humanoids: “En un día soleado de 1991, en París, recuerdo claramente las chispas que de repente aparecieron en los ojos de Juan, mientras escuchaba a Jodorowsky lanzándole ideas de Los Metabarones. Supe entonces que Alejandro lo había ganado para la causa, pero no me di cuenta de que sus genios combinados estaban a punto de producir la ópera espacial más formidable contada en forma de cómic”.
Los Metabarones se cimentó en las ideas extraídas del intento fallido de Jodorowsky por llevar la novela Duna de Frank Herbert a la pantalla grande. Los Metabrones es una continuación de la provocativa ópera espacial de Jodorowsky y Moebius: El Incal, que narra la historia de los guerreros galácticos casi inmortales y que aún hoy es uno de los logros monumentales en la historia de los cómics.
A través de su particular estilo, Giménez aportó a esta obra un profundo peso y realismo emocional. Es fascinante cómo la carga expresiva se plasma en las páginas. La clave está, sin duda, en su talento como ilustrador y en una portentosa capacidad de observación para contrastar maquinarias industriales y naves gigantescas contra almas perdidas que navegan por conflictos interiores inmensos.
Jodorowsky, según el obituario de Humanoids, expresó que habían colaborado juntos por diez años, que fue el tiempo que más o menos duró la publicación por tomos de la saga. “Lo que facilitó mi tarea al ofrecerle trabajar en el complejo mundo de Los Metabarones fue que él ya encarnaba al Inmortal sin nombre: el último Metabarón. En mi inconsciente, Juan Giménez no puede morir. Continuará dibujando como el maestro guerrero que era”.
Y, sin duda, Juan Giménez era un maestro guerrero; un ser humano sensible y empático capaz de entender la loca imaginación de Jodorowsky, la intensa realidad del mundo y a quienes lo habitamos. Descanse en paz.