En marzo de 1994 durante un viaje de ácido, Diego (Diego Calva) y Gael (Manolo Caso), ven en un canal de televisión lleno de estática, el video del asesinato de Luis Donaldo Colosio, mientras les advierten que tienen tres días para evitar el acontecimiento que afectará a México para siempre. Así comienza Colozio, la nueva película del artista visual y director Artemio Narro.
El asesinato de Colosio es una herida que nunca ha cerrado en la memoria colectiva del país, tanto por la falta de justicia, como por las esperanzas depositadas en el candidato. Una ucronía del caso sonaba muy atractiva, especialmente por el director, cuya ópera prima Me quedo contigo (2014) causó revuelo por su crudeza. Lamentablemente la película termina siendo un mal pastiche de géneros y gags sin buen timing de comedia.
Al ser una road movie de jóvenes drogadictos, la comparación con Y tu mamá también de Alfonso Cuarón resulta inevitable. De manera inteligente Narro nombra a sus personajes como los actores de dicha cinta, el problema es que lo sobreexpone en los créditos iniciales, aproximadamente diez minutos de agradecimientos a todos los involucrados, directa o indirectamente en la culminación del proyecto (incluidos en más de una ocasión Luna y Gacía), mientras vemos a los protagonistas en un viaje psicodélico en el auto que robaron, en caso de que hubiera duda de que andaban en un “viajezote”.
Con esa secuencia, quedan plasmados los dos problemas principales de la película, el director nunca logra establecer una voz propia, y peca de sobre exponer todas sus ideas en lugar de mostrarlas. Ambos entendibles, tomando en cuenta sus raíces como exponente de lo que Avelina Lésper llama “arte VIP”, en el que los “artistas” se apropian de trabajos ajenos, y su explicación es más importante que la obra misma.
Narro declaro que veía a su película como una oda al fracaso y como su visión de El Mago de Oz (de ahí el título), sin embargo, esto nunca queda plasmado en la pantalla, solo vemos elementos tomados directamente de la Odisea y otros mitos griegos, desde los protagonistas atrapados en un jardín con bellas mujeres, cual Odiseo y su tripulación atrapada por Circe, pasando por un cameo de Caronte, hasta las Moiras diciéndole su futuro a nuestros héroes, mientras preparan quesadillas.
De quedarse en una adaptación del clásico de Homero, la película podría haber funcionado mejor. Sin embargo, el director y guionista mete elementos sin sentido, tratando de hacerlos pasar como surrealistas (Caronte), o peor aún, justificándolos como homenajes / gags. La persecución que tienen nuestros héroes al estilo Benny Hill, que ya de por si es ridícula, es todavía más incoherente por la facilidad que tienen los perseguidores (malas copias del Cochiloco y Benny) de encontrarlos. De los ovnis, ya mejor ni hablamos.
En cuanto a las actuaciones, son muy irregulares. Mientras Calva es por momentos exagerado, al punto de fastidiar, Caso tiene una actitud más simplona que raya en la monotonía, sin embargo tanto el personaje como el actor tienen cierto carisma que ayuda a que sea más atractivo al espectador. La situación se vuelve más evidente cuando Mundo (Orlando Moguel), se les une a su cruzada, ya que el nivel de actuación de Moguel es superior y siempre mantiene el mismo tono.
El mayor mérito de la cinta es que a pesar de ser de bajo presupuesto, el director logra presentar una película que explota visualmente todas las locaciones naturales, y lo que más se agradece, un audio claro y definido, algo que si bien debería ser norma básica de calidad, sigue siendo un punto fallido en muchas películas mexicanas, aunque cuenten con mayores recursos financieros.