Dentro del cine latinoamericano existen ciertos rasgos que nos conectan profundamente entre nosotros y la incorporación de temáticas LGBT+ dentro de su narrativa, adquiere un peculiar sabor gracias a los hilos que nos entretejen como una hermandad que se reconoce con los mismos dolores, pasiones y estigmas.
Por el mes del orgullo, les traemos una lista de cintas con temáticas LGBT+ con ese sabor agridulce peculiar de Latinoamérica:
Una mujer fantástica (Sebastián Lelio, Chile, 2017)
Marina (Daniela Vega) es una joven transgénero que trabaja de mesera y aspira a cantar profesionalmente. Su pareja, Orlando, es un hombre 20 años mayor que ella, con quien se ha mudado recientemente. Disfrutan de una vida simple y confortable con muchos planes a futuro, no obstante, en la noche de su cumpleaños se desencadena un desfile de sufrimiento detonado con la inesperada muerte de Orlando que deja expuesta a Marina al escrutinio y desprecio por parte de las personas en la vida de Orlando.
Al ser despojada de su vida y privada de su duelo, Marina emprende una búsqueda, tanto física del cuerpo de su amado para un merecido adiós, como de los matices de su identidad ante un marginamiento patriarcal que la señala con la única intención de hundirla en la invisibilidad.
La cinta es socialmente consciente de la violencia enterrada en la segregación cotidiana. Al mismo tiempo, es sumamente empática con aquellos personajes que no se ajustan a una visión de un mundo monocromático y, por ello, debe atrincherarse para defender su autocreación.
Sueño en otro idioma (Ernesto Contreras, México, 2017)
Un joven lingüista se adentra en la selva veracruzana para entrevistar a los pocos hablantes vivos de una lengua milenaria: el zikril. El problema es que los dos últimos hablantes de esta lengua son dos viejos amigos que han macerado una arraigada riña durante cincuenta años.
La cinta mantiene su enfoque en la desaparición de la lenguas indígenas y el enorme costo cultural que esto significa. Con el peso de esta premisa, se exploran otros temas que de igual forma construyen la identidad, como la discriminación, los prejuicios, la amistad y el silente pero profundo amor entre dos individuos que, según su director, busca trascender el género en pos de una auténtica conexión.
XXY (Lucía Puenzo, Francia, España, Argentina, 2007)
Alex es una joven de 15 años que vive en relativo aislamiento junto con sus padres en una cabaña a la orilla del mal. Cuando un viejo amigo de su padre que es cirujano plástico, llega de visita junto con su esposa e hijo, un secreto sobre la joven parece cruzarse con las verdaderas intenciones de esta visita. En ese mar de secretismo y duda, el despertar sexual y afectivo de ambos jóvenes es inevitable.
Con esta cinta basada en un relato titulado Cinismo, la directora argentina crea una de las primeras cintas en visibilizar el conflicto de la intersexualidad con un protagonismo que no se había visto hasta el momento.
La película no escatima en retratar la división social binaria entre lo masculino y femenino en donde todo lo demás debe ser castigado y castrado.
XXY también enfrenta de cara al dolor de quien se sabe diferente a esta postura dualista y cuyo cuerpo pareciera pertenecer más a los prejuicios de una sociedad, que a quien lo encarna.
Mi mejor amigo (Martín Deus, Argentina, 2018)
La historia se enfoca en la dinámica que desarrollan dos adolescentes cuando uno de ellos, Caito (Lautaro Rodríguez), llega a vivir a la casa familiar de Lorenzo (Angelo Mutti Spinetta) en la Patagonia. La inicial desconfianza entre estos dos jóvenes se transforma, lenta y orgánicamente, en confidencialidad y en un profundo cuidado entre ambos.
Es un relato que plasma la recurrente narrativa platónica de la representación gay en el cine, pero que lo explora con la misma ingenuidad y candidez con la que un joven descubre y se cuestiona sus propios sentimientos. Es sugerente, con una sincera curiosidad por explorar las relaciones masculinas, lejos de la imposición adulta de nombrar dichos vínculos.
Rara (Pepa San Martín, Chile, 2016)
Sara es una niña a punto de cumplir 13 años que tiene los típicos problemas simples de su edad, todo esto enmarcado en el ambiente familiar conformado por su hermana, su madre y la pareja de su madre, quien también es mujer.
El hogar se pinta como un escenario casi idílico lleno de comunicación y entendimiento. A pesar de la buena relación entre su madre y su padre, quien tiene una familia por su cuenta, éste empieza a ver con suspicacia la crianza a cargo de dos mujeres.
La cinta de San Martín no presenta un escenario turbulento ante esta dinámica familiar, más bien hace énfasis en una sociedad que, a pesar de la parcial aceptación a diferentes estructuras familiares, no pierde oportunidad para ensañarse en una constante vigilancia que espera una pequeña grieta para la censura.
Su joven protagonista encarna perfectamente la tesis de la cinta sobre el posible rechazo de una dinámica distinta, únicamente por su naturaleza diferente. Una muy real consternación por la colisión entre su entendimiento de “normal” y el del mundo exterior.
Carmín Tropical (Rigoberto Perezcano, México, 2014)
Este thriller sui generis comienza con la muerte de Daniela, una muxe que es brutalmente apuñalada por la espada. Como buena película negra (o cine noir), cuenta los secretos de una persona a través de la vida de otra. En este caso es Mabel, una vieja amiga de Daniela, quien ante su muerte y la ineficiencia policial, regresa a Juchitán, Oaxaca, para investigar la muerte de su amiga, y ya de paso escarbar en un pasado que no pretendía revivir.
Carmín Tropical es un juego de historias que se desvían e interconectan en una maraña de emociones desmesuradas. Es un thriller que se toma en serio la exploración de lugares ocultos que reflejan una compleja gama de tonalidades sobre la identidad mexicana. En su denuncia, también invita a preguntas y temas que a todos compete, pero que se pierden entre insinuaciones y fragilidad. La muerte se viste de la nostalgia y la renuencia que siente Mabel de decirle adiós a su amiga y el reconocimiento de que nunca podrá conocerla completamente.
Todo el mundo tiene a alguien menos yo (Raúl Fuentes, México, 2012)
Alejandra (Andrea Portal) es una mujer en sus treinta harta de la invariable cotidianidad y relaciones pasadas que acaban sin mayor trascendencia. Hasta que conoce a María, una burbujeante adolescente con la que inicia una relación amorosa. Sin embargo, gracias al carácter rígido de Alejandra y su dificultad para relacionarse con las demás personas, comienza la nada sencilla desintegración de su romance.
Ambos personajes funcionan como un espejo de lo que la otra no es y con ello reflexiona sobre las similitudes que inicialmente nos unen y las diferencias que inevitablemente nos apartan.
Todo el mundo tiene alguien menos yo se centra menos en el aspecto romántico y más en lo intrincado de vincularse donde cada persona es un mundo extenuante para entender en su totalidad. Una cinta que explora la dureza en las relaciones afectivas con una gran naturalidad sobre sus protagonistas femeninas.