Emilienne Limón hace una reseña de la serie estelarizada y producida por Resse Witherspoon poniendo el foco en el vestuario de la producción.
Admiro a Resse Witherspoon como actriz, pero sobre todo como productora. Me parece que tiene una mirada feminista potente y sutil al mismo tiempo, y eso hace muy interesantes algunos de sus proyectos. Cuando vi que salía Little fires Everywhere, sentí gran emoción y pensé que volvería a remover emociones e ideas como lo hizo con Big Little lies, pero para mi tristeza, esta serie dista de ello.
Basada en el libro del mismo titulo de Celeste N.G., Little fires everywhere trata de dos familias que vivien en los suburbios de Ohio: Los Warren, Mia (Kerry Washington) y su hija adolecente Peal; y los Richardson, Elena (Resse Witherspoon) Bill y sus cuatro hijos.
Mia y Pearl viven con pocos recursos y son la iconografía mas pura de rebeldía y frescura encarnada en el arte y moda grunge de los 90. Por su parte Elena Richardson y la mayoría de su familia son los máximos representantes del sueño americano. Y es así, con contrastes como estos que se desarrolla gran parte de la narrativa y juicio moral de la serie.
Entiendo por qué Reese Witherspoon puso el ojo en este proyecto y apostó, no solo como actriz, sino a través de su casa productora Hello Sunshine, ya que es una historia centrada en las problemáticas femeninas (favoritas de Witherspoon): la maternidad en sus múltiples facetas, posibilidades y conflictos; las razas, las clases sociales, las distintas edades, y el feminismo de finales de la década de los 90. Temáticas son interesantes pero con una carga y juicio moral fuerte que debilita su punto crítico y la convierte en una telenovela.
Mia es el juez moral de la historia, seguida por el resto de figuras pobres o marginales que transitan por la vida edgy. Encuadradas en la escena Grunge —y aunque soy fan de esta corriente—, este recurso abarata la trama con símbolos muy básicos representados en la moda y el arte contestatario trashy y creativo de Mia y sus secuaces.
A su vez Elena Richardson (Resse W.) juega el papel contrario, aunque con algunos tintes humanos, pero que no logran justifican moralmente su comportamiento calculador y cuadrado, basado en los valores del sueño americano, Elena es la alegoría del egoísmo y status quo, sin importar a qué precio.
El vestuario juega un papel muy importante en enfatizar estos contrastes tan dramáticos. Por un lado el grunge que es una corriente que surge a finales de los 80 en la escena del rock indie de Seattle, fue la bandera de rebeldía y coolness durante toda la década de los 90, dicha corriente enaltece valores estéticos como tejidos gastados, ropa de segunda mano, siluetas desenfadadamente estudiadas con toques de punk.
Por otra parte está la faceta preppy que es la favorita de el sector conservador de EUA desde 1950: uniformes preparatorianos de porristas y jugadores de americano, atuendos limpios y simples que reflejan un status e ideales de manera muy clara y que lo han hecho durante décadas.
En esta serie casi todo es blanco y negro, disfrazado en un aparente matiz que muestra las debilidades e todos los personajes pero siempre dejando claro quiénes tienen la razón o son mejores.
Incluso la actuación de Resse Witherspoon deja que desear con algunas expresiones de maldad pura, y ni hablar de Kerry Washington y su afectada intensidad, que termina por acabar con cualquier simpatía que pudiera uno sentir por ella.
Los mejores personajes son sin duda los hijos adolescentes, así como algunos secundarios como la mejor amiga de Elena y su marido.
La vida de los adolescentes de esta serie es un repaso de los cliches del comportamiento del inicio de la juventud; la sexualidad, la diferencia racial y de clases, la competencia entre hermanos, el derecho a conocer a tus papás, las diferencias entre madre e hija y embarazos no deseados por mencionar algunas.
Es una historia con buenas intenciones e interesantes temáticas, pero pierde mucho de su contenido por la caricaturizada superioridad moral de los personajes.
Esta serie deja lejos la sutileza de otros proyectos lidereados por Resse W., como Big Little Lies, que son menos pretensiosos pero con un discurso más potente y profundo.