La serie argentia de Netflix, Casi feliz es una refrescante historia que raya en la tragicomedia donde conocemos los sinsabores de una estrella de radio argentina que es incapaz de disfrutar lo que tiene.
Todo gira en torno a Sebastián (Sebastián Wainraich), un exitoso locutor quien además es comediante y actor. Nuestro protagonista gana buen dinero, tiene amigos, dos padres amorosos y dos niños hermosos (hijo e hija). Podría pensarse que tiene casi todo para ser feliz pero no es así.
Sebas, como le dicen de cariño, está en inmerso en una importante depresión: aun no puede superar el divorcio con ex mujer —Pili (Natalie Pérez), una adorable y hermosa mujer que está buscando retomar su vida—, y está pasando por un extraño bache profesional. Es como si hubiera perdido la brújula. Y sin embargo, Sebas es profundamente neurótico, medio narcisista, lo cual nos hace pensar que nuestro protagonista tiende a meterse el pie cuando las cosas van marchando bien.
Casi feliz nos muestra a Sebas en su día a día: lo vemos acompañarse con su adorable esposa de la cual aún parece estar enamorada y quizá ella también de él; lo vemos lidiar con asuntos laborales de la mano de su productor apodado Sombrilla (Santiago Korovsky), un sujeto relajado simpático —más joven que Sebas—, quien está lejos de ser una figura de autoridad o buen consejero; seremos partícipes de sus intentos por conectar con sus hijos, que si bien no son adolescentes tienen esa actitud.
Los padres de Sebas son amorosos y conflictivos entre ellos pero están ahi para cobijarlo, aunque de vez en cuando lo confronten consigo mismo como cuando los encuentra haciendo el amor o cuando les descubre un juguete sexual.
Sebas es buena persona pero a veces es como un niño con serias dificultades para socializar; el radio es el lugar donde se desenvuelve como pez en el agua, al igual que en sus rutinas de stand up, pero fuera de ahí… Sebas es como un outsider.
La vida se Sebas no resulta tan patética gracias a su éxito en el radio que favorece una serie de experiencias poco comunes y que resultan sumamente divertidas, como por ejemplo, la aparición de amigas del pasado que tienen cuentas pendientes por saldar o empresarios que son fans de Sebas y que piensan que pagarle con dinero por una presentación en la comida de su empresa es algo trillado.
El tono tragicómico de la serie está muy bien llevado a cabo por los realizadores de la serie, pero por supuesto, no sería lo mismo si el creador no fuera el propio Wainraich quien básicamente extrapola sus vivencias en su alter ego televisivo.
El tema musical de la serie es una canción homónima del grupo Miranda, que a la manera de las comedias estadounidenses clásicas, consigna en su letra la problemática del personaje.
Otro detalle importante es el arte de la intro, la cual está diseñada como si fuera un videojuego de 8 bits, lo cual denota, no sólo la edad del personaje sino también nos muestra el halo pueril que rodeal al protagonista.
La serie Casi feliz tiene la fortuna de ser una gran opción de comedia dentro del catálogo de Netflix, igual de afortunada que la vida de Sebas aunque él no pueda verlo.