por Concepción Moreno
“Cualquiera que escriba una autobiografía es un canalla o está urgido de lana”, nos advierte Viv Albertine al principio de sus memorias. “Yo estoy en los dos casos”.
Albertine escribe desde el centro de sus entrañas Ropa música chicos (Anagrama), sus recuerdos de la primera ola del punk en Inglaterra. Ella estuvo en el centro de la Tierra a finales de los 70. Para ella Mick Jones y Joe Strummer de The Clash eran simplemente Mick y Joe, sus amigos del barrio; Malcolm McLaren y Vivienne Westwood, los diseñadores del estilo punk inglés, eran mentores cercanos. Sex, la tienda de ropa que lo comenzó todo era La Tienda.
Albertine comienza su narración desde la primera vez que oyó a los Beatles, cómo esa música tan diferente a la que escuchaban sus padres cambió su vida. “One thing I can tell you is you got to be free”, gritó John Lennon y Viv y su generación se lo tomaron en serio.
El título del libro, por cierto tan largo (el original es Clothes, Clothes, Clothes, Music, Music, Music, Boys, Boys, Boys) viene de un regaño de su mamá: lo único que le importaba a Viv era la ropa, la música y los muchachos.
Albertine llegó a ser la líder de facto del seminal grupo punk The Slits, pero comenzó sin saber nada de nada en sótanos de diversos amigos. Uno de ellos era Sid Vicious, a quien Albertine le atribuye una gran ternura y una capacidad musical innata. A los 22 años Viv decide dejar la universidad (para gran decepción de su madre; estaba estudiando Diseño Textil) y entregarse de lleno al rock. Inglaterra a finales de los 70 no era el mejor momento para ser desempleado pero sí un gran momento para ser joven: algo se está gestando y se siente en el aire.
Viv y sus amigos van a todos los toquines, en especial a los de los Sex Pistols, son miembros de todos los clubes nocturnos a pesar de no tener un clavo y visten de maneras provocativas que pueden resultar engañosas: Viv Albertine anda en la calle con una blusa transparente y unos mallones que dejan ver todo pero nunca ha visto pornografía y no sabe nada sobre el sexo.
Mick Jones y ella forman una pareja, una especie de monstruo de dos cabezas y van juntos a todas partes. Es un romance tierno. Uno apenas puede imaginar al líder de The Clash siendo un corderito con su novia pero así fue.
Quizá lo más interesante del libro de Albertine sea su tono. No hay conmiseración ni tampoco presunción en él. Todo es narrado como un hecho. Eso nos promete: les daré los hechos y ustedes decidan qué hacer con ellos.
Mi parte favorita es aquella en la que narra cómo se une a The Slits. Al principio no quería formar parte de un grupo de solo chicas; le parecía artificial, falso. Pero después comenzó a verlas en vivo y se dio cuenta de lo magníficas que eran, en especial Ari, la vocalista de 14 años de edad, que canta todo en un inglés chapurreado con su alemán natal.
Y un día de repente es la guitarrista líder de las Slits: sin saber tocar bien, apenas teniendo conciencia de lo que es el punk, sin saber componer, hela ahí con su guitarra de juguete lista para destruir el mundo.
Así se hizo el punk. Sin necesidad de virtuosismo, pura entrega y pasión. Ropa música chicos es fascinante, un reporte desde la trinchera central de un movimiento cultural que cambiaría el movimiento de la música y que acabaría influyendo en bandas como Pixies y Nirvana. Y además es un libro sumamente divertido: Viv Albertine es penosa y al mismo tiempo revela todo. Canalla y urgida de lana, esperemos que Viv haya logrado su cometido con su libro.