por Fausto Ponce
[av_dropcap1]E[/av_dropcap1]l final de Un extraño enemigo es una verdadera decepción: la intriga, la tensión y la profundidad de la historia se diluyeron de manera drástica gracias, principalmente, a una escena fallida y desconcertante en donde Díaz Ordaz (Hernán del Riego) y Echeverría (Antonio de la Vega) exponen el tren de pensamiento que los llevó a tomar las decisiones del 2 de octubre.En un balance general, la serie se convierte en un aunténtico naufragio.
En el episodio número ocho, vemos la ejecucuión del operativo realizado en Tlatelolco a cargo del gobierno federal, encabezado por Díaz Ordaz, y del Distrito Federal, cuyo regente resulta ser Corona del Rosal (Fernando Becerril).
En la narrativa de la serie los soldados estarían por fuera de la plaza, posteriormente debían entrar para supervisar que todo estuviera en orden, mientras el batallón Olimpia entraba a hurtadillas a donde estaban los líderes del movimiento para arrestarlos. Sin embargo, Barrientos (Daniel Gímenez Cacho) tenía a un tercer equipo: un grupo de francotiradores que comenzó a disparar al ejército, generando el caos y un fuego cruzado devastador.
Los primeros seis episodios tenían un par de elementos criticables que se fueron arrastrando durante la temporada y que nunca terminaron por “componerse”. Por un lado, el movimiento estaba un poco desdibujado e incluso podría pensarse que las desiciones de los líderes eran tomadas gracias a la manipulación de los infiltrados. Lo cual puede resultar un poco injusto.
Y por el otro, el esbozo de algunos personajes no resultaba del todo convicente, como por ejemplo la esposa de Barrientos, Esperanza (Karina Gidi), cuya sed de poder le ayudada a perdonar las infidelidades de su marido, aunque de hecho, ambos tenían un acuerdo con respecto a las infidelidades. Dramáticamente, al final de la serie, la dinámica entre ambos personajes termina siendo un mero artificio.
Por último, cabe mencionar la negligencia del personaje de Día Ordaz con respecto a todo el movimiento: en un principio, el personaje parece comportarse como un monarca a quien no le importa lo que pase con el pueblo, lo único que le interesa es que las cosas estén en paz, no le importa cómo y para eso tiene a todo su gabinete cuyos miembros sólo están velando por sus propios intereses, es decir, ganar el favor de su presidente para que los elija como sus sucesores. En ese sentido, él es tan culpable como quien “presionó los botones” que dieron paso a la matanza.
Lo anterior generó vas críticas en redes sociales ya que se decía, la serie trataba de exonerar a Díaz Ordaz y cargarle todo a Echeverría. Pero eso podría ser una cuestión de percepción que contrasta con la idea que se tiene del personaje histórico. Sin embargo, el final de la serie parece confirmar esa teoría con un plática entre ambos, en donde, a través de un diálogo expositivo, Díaz Ordaz nos dice que ser Presidente es algo muy difícil y que a veces uno se siente solo, para luego rematar explicando por qué debían acabar con el movimiento desde antes y no haber dejado que escalara, dando a entender que era por el bien del país.
¿Qué debemos pensar? ¿Que era un hombre de su tiempo? ¿Debemos compadecernos de él? La escena tira por la borda la valentía de la serie, rompe con la tensión del thriller y resulta desconcertante pues en verdad parece que están disculpando a un personaje que no puede estar excento de responsabilidad, al menos en lo que se nos muestra en la serie.
Prácticamente una escena ayudó a que toda la serie se cayera… aunque claro, hubo una acumulación de situaciones, sin mencionar que el capítulo 7 fue de los mas intrascendente de la historia, pero esa escena entre Echeverría y Díaz Ordaz fue una pieza clave.
La serie terminó con un cliffhanger, en medio de una sucesión presidencial, que nos prepara para una segunda temporada, desafortunadamente, la serie perdió gran parte de su fuerza. Y en retrospectiva, ya no puedo decir que es una serie a la altura de trabajos como Los Soprano, The Wire o Mad Men.
Es una desgracia…
2 comments
Que bueno que no la vi , ahora menos me va a llamar la atension, porque la ideología del perro asesino, de ese expresidente, loco como ntra el seudónimo comunismo. Y corona del rosal que era un corrupto instó y podrido, del que guardo muchas historias, al igual del mondrigo de echeverria, y donde hasta un lugar se llevó Octavio paz el laureado ignorante y cobarde traidor a los ideales del pueblo que se orino en la silla de la oficina de la presidencia, para ser el laureado cobarde. Muestra de la vergüenza de la época de de toda esa ranfla de asesinos.
Es muy buena tu reseña , gracias y felicidades , también pienso que lo que escribes es relevante en cuanto al movimiento del 68, porque es muy pobre la magnitud de los hechos, por una parte los estudiantes sin quererlo, dañaron la estructura monumental del presidente, y, eso fue el catalizador de muchas desgracias para el orden social, nadie se había atrevido a cuestionarlo, ahora es común, gracias a tu análisis podemos verlo, felicidades es un buen artículo.