Reseña de los dos primeros episodios: “The Winter of Our Monetized Content” y “Go Big o Go Homer”.
El primer episodio de la temporada 31 de Los Simpson es una verdadera joya. Posee la dosis perfecta de elementos que hicieron grande a la serie en las primeras temporadas: humor ácido, referencias a la cultura pop, humor inteligente y cierto grado de sentimentalismo que hacen de los Simpson una familia adorable. Todo lo contrario al segundo episodio.
El capítulo que abre la temporada 31 se llama “The Winter of Our Monetized Content” y comienza con Homero siendo humillado por un conductor de deportes durante una llamada telefónica, lo que deja al descubierto el desconocimiento del primero en cuestiones de deportes.
Luego de una plática consoladora con Marge, Homero decide lanzar su propio programa de deportes en internet. Las cosas se salen de control cuando, en el primer episodio, Bart irrumpe en el programa creando un caos enorme que da como resultado una batalla entre padre e hijo la cual se vuelve viral.
El éxito del video atrae a un hipster-youtuber-promotor llamado Warburton Parker (John Mulaney), quien convence a Homer y Bart de trabajar con él para monetizar sus peleas. Así pues, Warburton pone a padre e hijo a pelear constantemente en diversos escenarios con lo que comienzan a hacerse famosos y a ganar dinero.
Hay otra historia en el capítulo, una en la que Lisa Simpson, sin quererlo, se mete en problemas en la escuela y es “sentenciada” a una semana en lo que en Estados Unidos llaman detención. Esta aventura de Lisa tendrá por ahí un giro divertido relacionado con la privatización.
Sin embargo, la historia de Homero y Bart lo es todo: La historia se siente fresca a pesar de que hemos visto las peleas de ambos durante muchos episodios; y todo gracias al contexto de redes sociales y viralización que los creativos le imprimieron.
Además de que hace reír, el episodio muestra claramente la extraña dinámica que se gesta entre usuarios y contenido: sólo queremos ver sangre, conflictos… Todo parece indicar que el contenido que vemos en internet sólo vale por su capacidad de llevar todo al extremo y, hasta cierto punto, por su nivel de toxicidad. Y es que cuando Homero y Bart se llevan bien pues… no venden, nadie los quiere ver.
El final es uno de esos bonitos momentos de la serie que nos recuerda la importancia de la familia a través de una hermosa postal.
La calidad de este episodio contrasta con el segundo de la temporada llamado “Go Big o Go Homer”, una historia bastante sosa en la que Homero se topa con un pasante que extrañamente —para sorpresa de todos—, lo idolatra de nombre Mike Wegman (Michael Rapaport), y del cual se vuelve su mentor. Por supuesto, Homero no está calificado para ese papel, pero su buen corazón lo llevará por caminos inesperados, incluso lo llevará a meterse en problemas con la mafia.
La historia del pasante-fan de Homero se siente como una ocurrencia de los guionistas que no pasa de ser eso; si el anterior tenía risas, crítica social y momentos emotivos, éste sólo deja al descubierto la estupidez de Homero a través de un personaje completamente chiflado y violento.
En fin, habrá que ver cómo se desarrolla la temporada pero hasta ahora, todo parece que será una bastante irregular.