Filthy Rich la mini serie documental de Netflix, tiene todos los elementos que cualquier documentalista mataría por tener. Sin embargo, carece de un buen storytelling, lo que hace que se vuelva tediosa y repetitiva.
La mini serie documental de Netflix cuenta la historia del pederasta multimillonario Jeffrey Epstein quien manejaba una red de tráfico sexual con mujeres menores de edad junto a su cómplice Ghislaine Maxwell.
Epstein es uno de esos casos raros de gente que nació en una familia pobre y se convirtió en uno de los hombres más poderosos del mundo. Nacido en el seno de una familia Judía de Coney Island en la ciudad de Nueva York, Epstein forjó su carrera en los negocios a base de engaños.
Gracias a que mintió sobre su título universitario logró acceder a las altas esferas del sector financiero Neoyorkino donde se hizo de poderosos amigos a quienes más tarde también defraudó.
Todo esto fue el preámbulo para cimentar su imperio. La estocada final fue cuando conoció a Ghislaine Maxwell, hija de un siniestro hombre de negocios inglés, quien le permitió a Epstein acceder a otra esfera de la alta sociedad.
Ghislaine, una mujer educada y con un sofisticado acento inglés, le sirvió para acercarse a otro tipo de personalidades, dentro las cuales destacan el expresidente Bill Clinton, Donald Trump y el Duke de York (el príncipe Andrew), entre muchos otros.
La pregunta central es ¿Qué hacía tan popular a este multimillonario sin ningún talento aparente? La respuesta es: una isla privada y red de prostitución de menores de edad. Epstein comenzó a contratar (con ayuda de Ghislaine) a menores de edad para que fueran a su mansión en Palm Beach, Florida, a realizar un “masaje”. Estos masajes se convertían subitamente en sexo no consensuado en los que la menor recibía al final un pago de 200 dólares. Algunas volvían y otras no, pero las que regresaban, se les comisionaba regresar con una amiga. Con el tiempo, se volvió una estructura piramidal de tráfico de personas .
Algunas chicas eran reclutadas afuera de las preparatorias y otras tantas en bares, pero siempre había una constante: todas venían de una situación de carencia, ya sea económica o emocional.
La figura de Ghislaine Maxwell, fue instrumental en la operación, ella era quien hablaba con las víctimas y lograba seducirlas. ¿Quién confiaría en un señor de 60 años que te ofrece ir a su casa para dar un masaje por 200 dólares? Pero sí es una mujer elegante y carismática la que está haciendo la oferta, la situación cambia.
Toda la historia está llena de detalles perversos y nos plantea varias cuestionas que son de suma importancia. No sólo es la historia de una red de prostitución de menores, si no la historia de una sociedad que valora más el dinero que la justicia. Una historia que nos sacude y grita por un despertar social para replantearnos los mecanismos que tenemos (la gente común) por defendernos de las injusticias y la imparcialidad de la ley. Todo esto está en la miniserie, pero se queda muy corta.
Una historia que involucra ex presidentes, abogados, presidentes, actores famosos y principes con el dueño de una red de prostitución de menores tendría que dejarnos con la boca abierta, pero Filthy Rich se ahoga en la indefinición pues no se compromete.
Es como un torero que lleva jugando con el toro y en el momento en el que tiene que matar no mata. Quizás por miedo o por amenazas de algún tipo, o alguna otra teoría de conspiración. Pero esa tibiesa hace que la serie se vuelva monótona y aburrida. Lo que aprendemos en el capítulo uno no se desarrolla mucho más y no hay una conducción a un climax espectacular.
Es inevitable sentir que la miniserie pudo haber sido una película de hora y media y no cuatro capítulos de una hora. No hay que olvidar que a pesar de que estamos hablando de un caso real, estamos hablando de entretenimiento y esto requiere contar una historia, y contarla de la mejor manera posible.