¿Realmente vivimos el presente, o nos la pasamos viendo el pasado y prediciendo el futuro? ¿Vale la pena pelear con nuestros seres queridos? ¿El fin justifica los medios? Son algunas de las preguntas que intenta responder Old (2019) de M. Night Shyamalan, basada en la novela gráfica Sandcastle de Pierre Oscar Levy y Frederik Peeters.
En poco más de una hora y cuarenta minutos, Shyamalan nos cuenta las supuestas vacaciones idílicas de la familia Cappa, las cuales fueron planeadas por Guy (Gael García Bernal) y Prisca (Vicky Krieps), para darles un bonito recuerdo a sus hijos Maddox (Thomasin McKenzie) y Trent (Alex Wolff) antes de avisarles que están por separarse.
Durante los primeros veinte minutos, el director nos llena de datos que parecen irrelevantes como por ejemplo: el hecho de que Prisca trabaje en un museo o Guy sea un actuario que trabaja para compañías aseguradoras; o bien, saber que el hotel es propiedad de la farmacéutica Warren & Warren (conocida por su efectividad y bajo costo), o conocer las profesiones de otros huéspedes e incluso sus padecimientos crónicos. Sin embargo, todo esto tendrá sentido conforme avance la cinta.
Aunque desde el inicio de la película el director logra establecer un sentimiento de aprensión en el espectador, se puede decir que la cinta realmente arranca cuando los Cappa, junto a otros huéspedes, son llevados a una playa privada —en la que el tiempo transcurre más rápido, al grado de que una hora ahí, equivale a dos años— de la cual no pueden salir, y además deberán descubrir la causa de muerte de un cadáver que ahí encuentran.
Con esta premisa, el director nos entrega una cinta bastante entretenida, en la que mezcla el thriller, drama familiar y algunos toques de fantasía, ya que además de resolver los misterios, los turistas deben lidiar con los problemas de pareja y los trastornos de algunos de los miembros del grupo.
Destacan las actuaciones de McKenzie y Wolff, al interpretar de manera verosímil las versiones adolescentes de sus personajes, pero manteniendo una actitud infantil, ya que al llegar a la playa Maddox tiene once y Trent seis años. Por su parte, García y Krieps cumplen con sus papeles de padres preocupados, al igual que Rufus Sewell y Abbey Lee, quienes encarnan al racista doctor Charles y a su esposa “trofeo” Chrystal, respectivamente.
El problema de la película llega con el final, el cual es idea original de Shyamalan, ya que en la novela gráfica no pasa nada que si quiera se parezca. En pos de agregar de alguna forma su tradicional giro de tuerca, entrega un desenlace que funciona, sin embargo, pareciera que tenia dos ideas para finalizar su cinta, y que ante la imposibilidad de elegir uno, pone los dos, lo cual hace que se sienta forzado y demasiado expositivo.
Para los fans del director esta es una producción imperdible, sin embargo, también la recomiendo para el fan casual o el espectador que simplemente busca algo con que entretenerse, ya que durante la mayoría de la película, Shyamalan logra sumergirnos por completo en la angustia por conocer el destino de los personajes, e increíblemente aunque la cinta termine por no gustarles, les dejará varias escenas grabadas por días, ya sea por miedo a algunas de las situaciones, o por lo tiernas que pueden llegar a ser otras.