Reseña de la cinta Nuestros tiempos, estelarizada por Lucero y Benny Ibarra, dirigida por Chava Cartas. Disponible en Netflix
La cinta Nuestros tiempos se encuentra cargada de lugares comunes del wokismo, con personajes mal construidos y de género cinematográfico fluido: comienza como una mezcla de Ciencia ficción y comedia, para convertirse, al final, en una comedia romántica infame. Sólo Lucero se salva.
La historia se centra en una pareja de científicos Nora (Lucero) y Héctor (Benny Ibarry) de los años 60, doctores en física, catedráticos de la universidad que trabajan en un proyecto especial: una máquina para viajar en el tiempo.
Al parecer, las condiciones son ideales para un viaje en el tiempo, pues según la doctora Nora, cada 30 años, la alineación de la Tierra con otros planetas permite que se abra un portal (la puerta de un agujero de gusano), en el que través de él pueden viajar unas partículas llamadas taquiones que se mueven más rápido que la velocidad de la luz y que permiten viajar en el tiempo.
Luego de un par de obstáculos, Nora consigue hacer funcionar la máquina, pero un error de cálculo lleva a los protagonistas a hacer un viaje a nuestro presente. Más allá de que la pareja debe entender las reglas de estos tiempos como el uso de teléfonos inteligentes, internet, la cancelación y el feminismo del siglo XXI, deberán enfrentar el hecho de que un transductor de su máquina está quemado, por lo que deberán buscar la forma de repararlo.
El primer lugar en donde buscan es en el almacén de la facultad de física. Sin embargo son detenidos por los guardias de seguridad. La pareja explica lo sucedido y piden hablar con el rector. Pero todos piensan que están locos o bajo la influencia de alguna sustancia, pero para su buena suerte, la rectora (Ofelia Medina) en turno fue alumna de Nora, lo cual facilita las cosas pues pondrá a un grupo de científicos a trabajar en el proyecto maquina del tiempo bajo el carácter de: súper secreto.
En este futuro, Nora conoce a su sobrina y su bisnieta (Renata Vaca) —quien también estudió física y es cercana a la rectora—, al tiempo que se entera de que su hermana falleció mientras la estaba buscando. Por su parte, Héctor no tiene familia, excepto por Nora.
Los problemas a los que se enfrentan los doctores Nora y Héctor poco tienen que ver con la compostura de la máquina del tiempo, con la secrecía de su proyecto o con el portal que está a punto de cerrarse y que les permitirá regresar, sino con un mundo en donde la mujer ha adquirido relevancia, cosa a la que Héctor no está acostumbrado.
Y de pronto, cerca de la última media hora de la cinta, un grave error: la historia se vuelve una comedia romántica y el dulce y caballeroso Héctor se va convirtiendo en un saco de quejas reconocible por muchos hombres que se sienten relegados por las mujeres, que se sienten que ya no se les puede echar un piropo porque se enojan, y muchas otras cosas absurdas.
Entre otros temas, el doctor se molesta porque invitan a Nora y no a él, a una conferencia en el día de la mujer para hablar sobre el proyecto de ambos. Nora aboga por su marido y terminan los dos subiendo al escenario a exponer, sin embargo, Héctor siente que Nora no está explicando bien y comienza a robarle la palabra a su esposa…. en fin… siente que está siendo relegado porque siente que todo el proyecto ha funcionado gracias a él, cuando en la cinta hemos visto que Nora es la de los chispazos geniales.
Por su parte, Nora, si bien está contenta de que en este nuevo mundo sí sea tomada en cuenta, no como en el pasado que tenía que estar a la sombra de Héctor, incluso frente a sus pares masculinos, no deja de defender a Héctor y excusarlo. Y es que finalmente lo ama. Sin embargo, el doctor, catedrático de la Universidad, parece estar a punto de convertirse en seguidor de El Temach; como si en su época y en la universidad no hubieran teorías feministas… o antecedentes que lo ayudarán a comprender mejor el mundo actual.
Lo anterior se vuelve sumamente incongruente porque en ningún momento vimos un rasgo de complejidad en el personaje de Héctor, siempre fue un cero a la izquierda en la narrativa y ahora resulta que tiene este lado horrible que no habíamos detectado.
El tiempo para regresar a casa se acerca y Nora, como está emocionada por lo que está viviendo, no quiere regresar. Por su parte, Héctor, quien no se halla y piensa que todo es cuestión de un mal timing; al final, el tiempo se les fue de las manos, y está muy claro que este no es el tiempo de Héctor. Nora no quiere irse pero tampoco quiere dejarlo.
Héctor aprovecha que el portal está a punto de cerrarse y se va para su tiempo. Nora, con el corazón roto, no le queda más que aprovechar que le llueven invitaciones para dar conferencias, no le queda más que disfrutar sus logros, su éxito. Y deberá esperar 30 años a que el portal vuelva a abrirse para poder regresar a su tiempo y reunirse con su esposo.
Resulta un terrible mensaje que sea ella quien lo busque… y no él, pues fue Héctor quien se fue, él fue quien la abandonó. Renunció a cambiar y a adaptarse a los nuevos tiempos; decidió quedarse en el pasado. Nora sufrió pero nunca la vimos molesta o con la intención de reclamarle a su marido quien, con una situación cómoda: le cantaba la canción Acompáñame, —cuya versión más famosa es la de Roció Durcal y Enrique Guzmán—, lo que implicaba que todo era para él pero al parecer Héctor no estaba dispuesto a acompañarla a ella.
En ese sentido… ¿él se merecía el amor de Nora? No, para nada… lo que deviene en un final un poco molesto e incongruente de un personaje que ha encontrado su voz, su brillo.
El diseño de producción está bien, sobretodo en la década de los 60, aunque tampoco nos muestran muchos elementos que nos hagan pensar que estamos viajando a un pasado que contrasta en estética con el presente. Pero es aceptable. Lo que no puede dejarse pasar es la dirección de actores: Lucero se salva y lo hace increíble gracias a su talento y carisma; Ofelia Medina hace un papel bastante gris, mientras Benny está súper deslactosado: el 80 por ciento de la película solo pone cara de niño lindo. Y bueno, Renata Vaca también lo hace de manera decente.
Nuestros tiempos es una cinta prescindible… seria interesante que a Lucero le llegaran proyectos de mejor calidad narrativa; no sólo le ayudarían a ella sino que serían un agasajo para los espectadores.