Ojo: esta reseña contiene spoilers.
Luego de un error de cálculo, el Capitán Buzz Lightyear (Chris Evans) y toda su tripulación, se encuentran varados en un planeta desconocido. Buzz deberá convertirse en piloto de pruebas, hasta que logren encontrar la fusión cristalina que les permita viajar a la velocidad de la luz y así poder regresar a casa.
Dirigida por el novel director Angus MacLaney, Lightyear es uno de los proyectos más ambiciosos y arriesgados de Pixar, pues además de ser su primer intento por hacer un blockbuster, al trata de contar el origen de uno de sus personajes más famosos y redituables, también se convierte en precuela y spin-off de Toy Story (Lasseter, 1995).
Lo primero que vemos es una leyenda que nos indica que estamos viendo la cinta que Andy vio de niño y que lo volvió el gran fanático de Buzz Lightyear, al grado de desbancar a su otrora juguete favorito Woody.
El problema principal de la película es que intenta ser muchas cosas, y además carga con la responsabilidad de ser el primer estreno en cines del estudio animado, tras dos años de pandemia. El resultado es un buen blockbuster de ciencia ficción, pero una película menor de Pixar y una precuela incongruente.
Viéndola como una película independiente sobre un guardián espacial que debe aprender a lidiar con sus errores, confiar en los demás, dejar ir el pasado, la cual toma elementos de los clásicos, 2001: A Space Odyssey (Kubrick, 1967), toda la franquicia de Star Wars, Alien (Scott, 1979), de las cintas contemporáneas, Interstellar (Nolan, 2014), The Martian (Scott, 2015) e incluso de cierta película de Marvel Studios del 2011, la película funciona bien.
Pero al momento que se compara con trabajos previos de Pixar, queda muy por debajo de la media, pues no logra generar el nivel emocional de Ratatouille, WALL-E, Up, Coco, y obviamente la trilogía de Toy Story.
Gran parte de esta falla se deriva de lo poco interesante que resultan los personajes que nos presentan. De hecho, el único momento que genera cierto momento emocional, no es porque Alisha Hawthorne (Uzo Aduba), sea un personaje bien desarrollado, sino por lo que sabemos que representa para nuestro guardián espacial.
Los coprotagonistas humanos, Izzy Hawthorne (Keke Palmer) y Darby Steel (Dale Soules) tienen ciertos chispazos, pero nunca son bien explotados. Por el contrario, Mo Morrison (Taika Waititi) es un intento fallido de patiño, pero su torpeza mas que risa, genera desesperación y la actuación de Waititi es bastante plana
De los nuevos personajes, el único que verdaderamente provoca emociones, al grado de robarse la película, es Sox (Peter Sohn), un gato robótico asignado a Buzz para que no se sienta solo, el cual cumple las funciones de C-3PO y R2-D2 de Star Wars.
En cuanto a nuestro protagonista, si logra importarnos, en parte por la actuación de Evans -al desarrollarse la trama, queda perfectamente claro porque fue elegido para el protagónico- pero, sobre todo, porque ya conocemos a su versión de juguete, ya que la trama intenta embonar lo que conocemos de Buzz gracias a la tetralogía de Toy Story, con esta nueva versión.
La primera vez que vemos al personaje fuera de su nave, emula a cuando conocimos a su contraparte de juguete, y durante la cinta, dice casi todas sus frases más conocidas.
Curiosamente, el intento de hacer esta película el origen del juguete termina jugando en contra de la cinta, pues no respeta todo lo que ya conocíamos del héroe y cambia por completo el origen de su némesis Zurg (James Brolin).
Los elementos más famosos de Buzz son su traje de Guardian Espacial y su ahora icónica frase “al infinito y más allá”. Durante la cinta nuestro héroe, jamás dice completa su frase, de hecho, ya no es suya, ahora solo dice la mitad, ya que Alisha es quien dice la primera parte.
En cuanto a su traje, ambos portan una versión más antigua del usado por el juguete (una forma de mostrarnos que el personaje aún está en desarrollo) y es hasta la escena final que usan la misma que el muñeco, por lo que no hace sentido ni el diseño de la figura ni que diga la famosa frase. De que Andy no tenga un Sox de juguete ya ni hablamos.
El peor cambio es el que sufre el malvado Emperador Zurg, ya que deja de ser emperador y padre de nuestro héroe, para convertirse en una versión alterna y vieja de Buzz. Aunque es un giro de tuerca bastante predecible gracias a la forma de los robots guardianes, y que incluso es congruente con la trama, rompe con lo presentado en las anteriores películas.
Curiosamente, se podría decir que incluso con este tipo de errores y cambios de continuidad, la influencia de Alien y Star Wars se sigue notando, pues las precuelas de ambas cintas también sufrieron de lo mismo.
Aunque la época de Lasseter, Bird y Unkrich ha quedado en el pasado, es de agradecer que Pixar mantenga su filosofía de arriesgarse con nuevos directores para contar las historias en las que creen, y aunque Lightyear no logra cumplir todo lo que se propone, por cada proyecto fallido, surgen otros más interesantes como Turning Red (Shi, 2022).