por Montserrat Pérez Bonfil
[av_dropcap1]¿[/av_dropcap1]Quién no ha sentido fascinación ante la osamenta de un dinosaurio? Imaginar que esos gigantes deambulaban por nuestro planeta hace aproximadamente 60 millones de años llena a cualquiera de asombro e intriga. Una intriga que hace 25 años se coló hasta la gran pantalla cuando Steven Spielberg hizo de la adptación de la novela de Michael Crichton, Parque Jurásico (1990), una de las cintas más taquilleras de los 90.
Ya sabemos que Spielberg es como el rey Midas: todo lo que toca lo convierte en oro y Parque Jurásico (EUA, 1993) no fue la excepción. Su exitazo en taquilla la llevó a convertirse en una franquicia que sigue dando frutos casi tres décadas después.
La primera cinta de 1993 y El mundo perdido: Jurassic Park (EUA, 1997) se derivan directamente de la novela de Crichton y ambas fueron dirigidas por Spielberg. Pero a partir de Parque Jurásico III (EUA, 2001) todo se empezó a ir por la borda… aún así, la mata sigue y seguirá dando, porque, seamos sinceros: nos encanta ver reptiles gigantes poniendo en peligro la vida de los osados personajes que protagonizan estas cintas.
En 2015 se estrenó Jurassic World y este año el director catalán J.A. Bayona, quien ha realizado cintas fantásticas como Un monstruo viene a verme (2016) y Lo imposible (2012), cayó en las garras del jurásico y, de la mano del guionista Colin Trevorrow, nos entregó un enredo de tramas incongruentes construidas principalmente sobre la ciencia ficción y adornadas con brillantes momentos de comicidad.
Jurassic World: El mundo caído (2018) comienza con la posiblidad de la reextinción de los dinosaurios debido a que la isla donde habitan está a punto de ser destruída por la erupción de un volcán. De inmediato surgen opiniones encontradas: los que dicen que los dinosaurios deben permanecr ahí para extinguirse porque nunca debieron volver a pisar la faz de la Tierra y los amantes de los animales, quienes quieren salvar sus vidas a como dé lugar, encabezados por Claire (Bryce Dallas Howard), una extrabajadora del parque.
Claire es engatuzada por Eli Mills (Rafe Spall), el asistente estrella de Benjamin Lockwood (James Cromwell), el anciano y genio multimillonario que inició todo este caos de clones y de-extinciones. Lo que Eli presenta como un proyecto para rescatar a los hermosos dinosaurios de la isla que sería su tumba, resulta ser un teatro para vender las especies como armas mortales a los hombres más desquiciados y millonarios del planeta.
Pero Claire, junto con Lockwood, cae redondita en la trampa y convence a su exnovio Owen (Chris Pratt) de acompañarla junto con un equipo de médicos y científicos que, sin saberlo, llegan a una isla que no sólo está llena de peligrosísimos dinosaurios sino que además le escurre lava ardiente por todos lados, caen piedras incandescentes en los lugares más insospechados y hay un ejército de hombres armados hasta los dientes liderados por un militar enloquecido que le arranca los dientes a los dinosaurios para hacerse un collar.
Los dinosaurios no son enviados a una reserva natural para preservar sus vidas sino que llegan de regreso a la mansión Lockwood para ser subastados. A partir de aquí, la cinta se alarga innecesariamente en el estira y afloja de ¿y ahora cómo saco a mis personajes de esta situación? Y cuando por fin lo logra, vislumbramos la semilla para la próxima secuela de la franquicia.
Si buscas acción y entretenimiento sólo para pasar el rato, Jurassic World: el mundo caído es la opción.