por Miguel Mora
La frontera entre el mundo de los adolescentes y el mundo de los adultos a veces parece infranqueable, es un tema recurrente en el cine que toca la cineasta Fien Troch en su nueva entrega Hogar (Bélgica, 2016).
Inspirada en hechos reales, la directora nos cuenta la historia de varios jóvenes en su tránsito hacia la vida adulta. La trama se centra en un muchacho impulsivo recién liberado de un reformatorio. Kevin (Sebastian Van Dun) es un chico de 17 años con antecedentes penales, su vida es complicada y no sabe dónde ubicarse a causa de ser rechazado en su propio hogar, esto marca su carácter antisocial y reservado.
Por un arreglo de su propia madre es enviado a la casa de su tía Sonja (Karlijn Silenghem) en donde comenzará el aprendizaje del oficio de fontanero. Aunque recibe instrucción para emprender una nueva vida, Kevin no encaja en el mundo de los adultos.
En su nuevo hogar crea nexos con su primo Sammy (Loïc Batog) y sus amigos, que de alguna manera pasan por el mismo proceso de aislamiento en donde no pueden conectar con sus mayores. El patrón se repite con todos los del grupo, es una especie de lenguaje común que ellos manejan en donde la desobediencia va implícita, al punto que la propia Sonja no entiende por qué su hijo se ríe con sus amigos sin invitarla a ser parte de la conversación.
Conforme pasa el tiempo, la personalidad de Kevin impresiona al pequeño clan que ronda a su primo, logra seducir a Lina (Lena Suijkerbuijk) y entabla una amistad de hermandad con John (Mistral Guidotti). Llega un momento en que la cineasta Fien Troch nos adentra en la vida de los personajes y nos muestra la desnudez en escenas de sexo explícito filmadas sin ningún rubor, pero lo que llama la atención es el desapego por la pasión de estos jóvenes.
La nota discordante y sórdida se da cuando descubrimos la relación de John con su madre, en donde existe una dependencia de sumisión posesiva y enfermiza. Este es el catalizador para todo cambie de rumbo. Kevin, que aparénteme ha logrado controlar su temperamento inestable, participa en un evento trágico que bloqueará el porvenir del grupo de adolecentes.
Hogar, es un drama bien realizado que conserva un tono homogéneo, en donde los adultos encarnados por los familiares, los maestros y el policía encargado de interrogar al protagonista, no pueden romper el marcado aislamiento impuesto por las nuevas generaciones para relacionarse con ellos. Es interesante ver cómo incluso las buenas acciones que cree tener la tía hacia su sobrino, se le escapan de las manos por la falta de comunicación entre las dos generaciones.
En cuanto a la fotografía, la cinta está presentada en un formato académico, el más cuadrado que hay en la pantalla convencional 1.33 y en varias ocasiones cambia de formato utilizando tomas realizadas con teléfonos móviles. Este estilo pretende darle un sesgo más natural a la historia llevándola a veces hasta el extremo del documental pero sin abandonar la ficción.
El cuarto largometraje de Fien Troch está realizado con adolescentes aficionados. La decisión de no utilizar actores profesionales y prohibir el maquillaje en el set le imprime un sello de autenticidad a la película, logrando momentos muy creíbles.
Hogar fue ganadora del Premio Horizontes a Mejor Director en la Muestra de Arte Cinematográfico de Venecia en 2016.
Se puede ver en Cineteca Nacional.