Con la cortina de hierro como telón de fondo, una pasión amorosa se desarrolla con intensidad en plena Guerra Fría durante más de dos décadas.
por Miguel Mora
Pawel Pawlikowski, nos presenta un drama intimista con solidés y constancia. Guerra Fría (Zimna wojna, Polonia, 2018), es una película que habla de una pasión de amor concebida y dirigida por él mismo y escrita en colaboración con Janusz Glowacki.
La acción inicia en 1949 dentro de un panorama difícil. Es la era del socialismo dentro del bloque comunista después de la Segunda Guerra Mundial. Todo comienza con la búsqueda de valores propios dentro de Polonia. En primera instancia, somos testigos de una especie de casting inmenso, que tiene como propósito rastrear voces y recuerdos nacionalistas para recuperar las tradiciones y el folclor de un país semi -destruido por guerra.
Wiktor Warski ( Tomasz Kot), es el músico contratado para esa misión junto con su ex-amante Irena (Ágata Kulesza), los dos se adentran en los poblados para encontrar talentos que representen la cultura popular, recuperando: músicas, canciones y danzas. En uno de los pueblos Wiktor descubre a Zula Lichon (Joanna Kulig), una joven cantante talentosa y atractiva que oculta un obscuro pasado del cual sólo se sabe que apuñaló a su padre.
En la empresa de fundar un instituto patrocinado por el Estado para crear un conjunto folclórico y así difundir las tradiciones nacionales, Wiktor se enamora de Zula, creando una relación de dependencia entre él y la cantante, de ahí en adelante los dos experimentaran un sentimiento dual que consiste en no poder vivir juntos pero tampoco poder vivir separados.
Con el tiempo, todo cambia porque el conjunto folclórico triunfa tanto en territorio Polaco como en el extranjero, y a medida que se vuelven famosos, la intervención del estado socialista se hace más presente, obligando a renunciar a Irena y a que el conjunto cante canciones que exalten a los grandes líderes comunistas empezando por Stalin y también que las letras hablen de los triunfos agrícolas en vez de las canciones antiguas que hablaban de romances y corazones rotos.
Wiktor aprovecha el momento para desertar con Zula durante una gira por Berlín del Este, pero su amante, temerosa de ser descubierta, no se presenta a la cita, dejando a su maestro y pareja solo y sin esperanza de volverse a ver.
Unos años después, Wiktor aparece en París, ganándose la vida como pianista en un cabaret y como arreglista de bandas sonoras para películas. Al poco tiempo, Zula se presenta, nuevamente intentan estar juntos pero su temperamento se los impide, lo que para uno es alcanzar la libertad, para el otro se convierte en una prisión. Esta unión absurda se seguirá dando, tanto de un lado de la cortina de hierro como del otro. La inestabilidad de la pareja los llevará a pagar un precio muy alto por los giros desafortunados que toman sus vidas.
En general, a lo largo de la película, la línea de tiempo se fractura constantemente, es similar a la conducta impredecible de los amantes que protagonizan la historia.
Guerra Fría es un film de autor que habla de una relación amorosa basada en hechos reales, como dice en los créditos: “A mis padres”, con esto deja claro que parte de lo que cuenta pertenece a su historia de vida. La relación que vemos en pantalla es la de dos seres de diferente origen que están destinados a estar juntos, el vínculo que establecen es digno de análisis, porque a pesar de ser diferentes, incluso incompatibles, la atracción es más fuerte que su propio temperamento. La cinta es una invitación a adentrarnos en el mundo de un ser que recuerda todo su pasado, porque está llena de detalles propios de un solo autor.
Dentro de los elementos que juegan un papel importante en la película está la música: primero es utilizada como un símbolo de identidad nacional y más adelante como un medio de escape hasta llegar a encontrar el mundo del jazz, que es visto como símbolo de liberación y de moda vanguardista dentro del mundo occidental.
Apoyado en la notoria fotografía a cargo de Lukasz Zal, Pawlikowski no pierde oportunidad de sacarle provecho al formato tradicional o académico, para imbuir al espectador en una época lúgubre y difícil de sobrellevar por las carencias económicas. Sin duda, es un trabajo importante ampliamente meritorio, que vale la pena ver.
Guerra Fría compitió por la Palma de Oro en el Festival de cine de Cannes 2018, y ahí mismo ganó el premio al Mejor Director. También recibió el Premio Lions en el 43º Festival de Cine de Gdynia.
Esta película forma parte de la 65 Muestra Internacional de Cine, la puedes ver en Cineteca Nacional y los cines del circuito.