por José María Varela
Amphibia es una de los programas con los que Disney Channel lanzó su nueva propuesta de series. Esta historia ligera explora un mundo fantástico habitado por anfibios, insectos y reptiles a través de misterios a resolver, pero esto es solo un pretexto para reflexionar sobre la familia y el proceso de maduración.
En Amphibia podemos ver las aventuras y desventuras de Anne Boonchuy, una adolescente de 13 años que tras abrir una misteriosa caja musical conocida como “La caja calamidad”, junto a sus amigas Sasha y Marcy, son tele transportadas a un mundo gobernado por gran variedad de anfibios antropomórficos como ranas, sapos, ajolotes, salamandras y tritones.
Para su buena o mala suerte, las tres amigas fueron tele transportadas a puntos diferentes de este continente por lo que la misión de Anne será reunirse con sus amigas para encontrar la manera de regresar a su hogar, pero al desconocer por completo el sitio en que se encuentra, el regreso será complicado.
En su búsqueda conoce a los Plantar, una familia de sapos granjeros que habitan en el “Bosque Verruga”: Hoppediah o Hop Pop, es el abuelo sabio pero distraído; Polly es una renacuajo adorable pero en ocasiones violenta; y Sprig, un niño sapo valiente que comete muchos errores por ser impulsivo y que acaba siendo gran amigo de la humana.
Todos juntos exploran un mundo lleno de insectos, aves y reptiles repleto de referencias a los videojuegos The Legend of Zelda y Sonic, the hedgehog; al clásico del cine Aliens; a las series Dragon Ball y Lost, e, incluso en uno de los capítulos se hace una parodia bastante divertida de la saga Crepúsculo.
Esta serie de capítulos divididos en dos segmentos de once minutos cada uno, destaca por la personalidad de sus protagonistas, su gran sentido del humor de comedia situacional y su ligereza.
El éxito de Amphibia se basa en gran medida a la buena dirección de su creador Matt Braly, quien en 2014 ganó un Annie a la Mejor Dirección por el episodio “Northwest Mansion Mystery”, de la serie “Gravity Falls”.