por Montserrat Pérez Bonfil
Hace un año conocimos a las “Hermosas chicas de la lucha” (Goregeous Ladies of Wrestling) y nos hicieron una llave china que nos sentó ante el televisor a ver cómo un director fracasado trataba de hacer triunfar un show televisivo de lucha libre femenil.
La primera temporada de GLOW (EUA, 2017-) nos dejó deslumbrados en un subeybaja de emociones que incluía traiciones, infidelidades, competencia leal y desleal, paternidad irresponsable y una bola de chicas freaks en busca de su lugar en el mundo. Todo enmarcado en el desenfrenado Hollywood de los años 80s. Y gracias al testarudo director Sam Sylvia (Marc Maron) estas hermosas muchachitas muy sui generis, descubren que no sólo son buenas para la lucha sino que, además, pueden ser todo un hit de la televisión.
Este año, Liz Flahiv y Carly Mensch nos traen la segunda temporada de una de las series más divertidas de Netflix. A lo largo de diez capítulos de no más de cuarenta minutos cada uno, la trama se desarrolla con gracia y sin error:
La pugna entre Ruth (Alison Brie) y Debbie (Betty Gilpin) culmina en una momentánea tragedia que las lleva a tocar fondo.
Debbie debe enfrentar el divorcio mientras Ruth combate a los demonios de la culpa por haberse acostado con el esposo de su amiga y no se siente merecedora de enamorarse nuevamente. Por su parte, Sam, quien ya había hecho las paces con su nuevo estatus de padre irresponsable, también confronta sus inseguridades como director y la pérdida de Justine, su hija recién descubierta.
Cherry (Sydelle Noel), la afroamericana más sexy del equipo, sufre una fuerte crisis en la nueva serie para la que fue contratada como protagonista y termina regresando al ring con su querido equipo de hermosas luchadoras.
Bash (Chris Lowell), el millonario productor, permanece con una máscara de hombre despreocupado ante el mundo, pero en el fondo vive una dura tragedia personal que lo hace cuestionar desde su identidad hasta sus preferencias sexuales.
Tammé (Kia Stevens), La Reina de la Beneficencia, también sufre momentos de duda cuando su talentoso hijo estudiante de Stanford, la ve luchar contra Liberty Bell. La Reina pierde y es humillada ante todos. Sin embargo, Tammé hace las paces con la lucha y con su hijo.
Lo maravilloso de esta temporada es que cada uno de los personajes tiene un momento para brillar e incluso se da tiempo para hacer referencia a temas de relevancia muy actuales como el movimiento #MeToo cuando Ruth es invitada por un alto ejecutivo de la televisora a cenar. Pero resulta que la cena es una artimaña para llevarla a una habitación de hotel y acosarla sexualmente. Ruth huye y el programa es, misteriosamente, cambiado de horario a las dos de la mañana.
Entonces la chica, desconcertada, comparte lo ocurrido con la que fuera su mejor amiga, y Debbie nos sorprende con una respuesta de lo menos empática ante la incómoda situación que vivió su compañera la noche anterior.
Así, en una mezcla de comicidad y temas por demás serios, se va tejiendo la trama que culmina con una boda en el ring, una cabra enamorada y un viaje a Las Vegas.
https://www.youtube.com/watch?v=lLMEvYcw6pg