por Jerónimo Arellano Zandi
Una pareja estadounidense común y corriente es invitada por un carismático noble británico a un viaje en yate por el Mediterráneo, ¿qué podría salir mal?
Misterio a bordo (Estados Unidos, 2019) es la última comedia de Adam Sandler producida por Netflix. En 2014, el histrión firmó un contrato de cuatro películas con el servicio de streaming y ésta ha sido la más exitosa de todas.
Nick (Adam Sandler) y Audrey (Jennifer Aniston) Spitz viajan por primera vez a Europa. Durante el vuelo, Audrey se hace amiga de Charles Cavendish (Luke Evans), un acaudalado noble inglés que los invita a una fiesta de su millonario tío que se celebrará en el yate familiar. Las circunstancias llevan a los Spitz a aceptar la oferta y en el yate conocen al resto de los invitados: desde un manco Coronel africano hasta un piloto de carreras que no habla inglés interpretado por Luis Gerardo Méndez.
Durante la fiesta, el millonario Malcom Quince (Terence Stamp) le dice a los invitados que va a cambiar su testamento y le heredará todo a su prometida Suzi (Shioli Kutsuna), una joven instructora de esquí quien fue novia de Cavendish. Momentos después, cuando Malcom se dispone a firmar el nuevo testamento, la luz se va y es asesinado.
Todos los invitados tienen un motivo para matarlo y, por ende, son sospechosos. Nick, quien es policía en Nueva York, da instrucciones de cerrar la habitación donde se cometió el crimen y de contactar a la policía en el puerto más cercano. Sin embargo, los Spitz terminarán siendo los principales sospechosos del crimen.
La película forma parte de una tradición narrativa que nace con las obras de Agatha Christie. El asesinato de un poderoso o rico individuo en un lugar aislado con conocidos o invitados, todos ellos excéntricos que tuvieron alguna relación con la víctima.
Uno de los invitados tiende a ser un investigador, en el caso de los libros de Christie es Poirot, un detective belga. En Misterio a bordo, el investigador son los Spitz aunque más Audrey, a quien vemos leyendo una novela de misterio desde el inicio de la película.
La figura del investigador ha mostrado ser muy popular entre lectores o espectadores. Desde Sherlock Holmes hasta True Detective, hay algo que nos fascina de los personajes que ven cosas que los demás no podemos o una voluntad que los hace no darse por vencidos hasta que descubran la verdad. Son una especie de historiadores o filósofos que deben llegar al meollo del asunto sin importar las consecuencias.
El género “policiaco”, como se conoce, nace en 1841 con el cuento del rey de las letras estadounidenses Edgar Allan Poe, Los asesinatos en la calle morgue. El personaje Auguste Dupin es el primer detective que es llamado a resolver un caso que parece no tener solución. Sin embargo, el viejo francés tiene un ojo metódico y una capacidad de considerar todo lo que no es posible por más improbable que sea el resto.
Desde Dupin, otros creadores fueron generando sus detectives, personajes que ya son “deidades” en el consciente popular como Sherlock Holmes, Poirot y Wallander, por mencionar algunos.
Misterio a bordo hace un claro homenaje al género, de una manera light pero con sus encantos. Tiene los elementos necesarios y, aunque no cruza la frontera que la haría sobresalir, cumple su función de entretenimiento, sobretodo para un domingo en donde uno está muy cansado.
Sin duda, Anniston y el elemento de unos protagonistas cincuentones le da mucho de los elementos cómicos a la película para que no sea gris. Técnicamente es como una película de Hollywood, los departamentos de foto y montaje cumplen aunque no es nada que sobresalga.
También hay que darle mención honorífica a Luis Gerardo Méndez, quien interpreta a Juan Carlos Rivera, un “bimbo” piloto de carreras que no habla inglés pero sí latín. Su personaje causa mucha ternura y da risa, además de que lo encarna sensacionalmente. De hecho, recuerda a Peter Sellers, aquel actor británico de los 60’s y 70’s que interpretaba a personajes bobos en comedias de la misma índole. Creo que se debe a que internacionalmente le dan mejores papeles.