por Gonzalo Padilla
[av_dropcap1]N[/av_dropcap1]atalie Portman debuta como directora y guionista con la película Una historia de amor y oscuridad (A Tale of Love and Darkness, Israel/EUA, 2015). Esta película está basada en las memorias del escritor israelí, Amos Oz, donde cuenta los recuerdos de lo que vivió entre los años 1945 y 1951, en una Palestina bajo el mandato británico y posteriormente con la creación del Estado de Israel.La película se enfoca en la relación entre Fania Mussman (Natalie Portman) y su hijo Amos (Amir Tessler), un pequeño niño que alimenta su vida con las historias que le cuenta su madre todas las noches antes de dormir y al compartir la cama, debido a la precariedad económica en la que viven. Aunado a lo anterior, Fania tiene que ver a su esposo Arieh (Gilah Kahana) fracasar como escritor y soportar el hecho de que no está enamorada de él.
Un día, después de perder la esperanza de vivir en paz en un Estado judío, Fania cae en depresión, dejando de contar historias a su hijo y orillándolo a pasar sus días en la soledad, mientras ella se encierra en casa por sus fuertes dolores de cabeza.
A pesar de ser una historia con mucho potencial, Portman no logra transmitir en la pantalla el sentimiento de las circunstancias. La directora primeriza trata de abordar el bagaje histórico de lo sucedido años antes de la creación del Estado de Israel, sin realmente lograr plasmar emociones y recurriendo a arrojar uno que otro dato que nos ubique en ese espacio y tiempo. Lo mismo sucede con las escenas con intención poética que resultan anodinas y excesivas; no logran su cometido.
Los aciertos son la fotografía que aunque puede resultar desmedidamente oscura, al menos transmite lo que la narración no puede, y el hecho de que se haya interpretado en hebreo que nos sumerge un poco más en su mundo.
Es flagrante el porqué la historia resultó interesante para la guionista y directora ya que además de ser estadounidense, es israelí, sin embargo, y a pesar de haberle tomado 10 años poder llevar la historia a la pantalla, el ambicioso proyecto le quedó demasiado grande.