El príncipe Amleth (Alexander Skarsgård) debe huir de su reino, pues su tío Fjölnir (Claes Bang) asesinó a su padre, el rey cuervo Horvendill (Ethan Hawke) y tomado por la fuerza a su madre la reina Gudrun (Nicole Kidman). Mientras huye, jura vengar la muerte de su padre y rescatar a su madre. Este es el comienzo de la más reciente película de Robert Eggers.
De inicio parece que estamos viendo una versión de Hamlet con vikingos, sin embargo, tanto la obra de Shakespeare como la de Eggers, están basadas en una leyenda medieval escandinava.
Al igual que en su primer trabajo, The Witch (2015), el director de The Northman es de lo más minucioso para darnos una recreación histórica verídica —sus escenarios se basaron en recreaciones de museos y elementos hallados en excavaciones arqueológicas—, además de contar con el apoyo de expertos en la cultura vikinga, gracias a lo cual nos cuenta una trama ambientada lo más apegado posible a la época histórica en la que se desarrolla, pero llena de folklore, vikingo.
Y es que no solo vemos los elementos mas conocidos a nivel popular de la cultura vikinga, los guerreros Berserker, las valquirias y menciones de sus dioses como Odín, también nos muestran los rituales de paso, tanto para dejar atrás la niñez, como para poder convertirse en los guerreros ya mencionados, lo cual le da una profundidad a la cultura vikinga que pocas veces se ha visto, a pesar de su popularidad.
Lo único que juega un poco en contra de tan buena recreación, es que en ningún momento se detienen a explicar las creencias nórdicas, por lo que algunos elementos como cabezas que hablan, la importancia de los cuervos, o ciertos símbolos de cisnes, pasaran desapercibidos, afortunadamente, no son vitales para disfrutar la trama. Claro que haber jugado Godo of War 4 y visto las películas de Thor de Marvel, puede ayudar a entenderlas.
En cuanto actuaciones todos lo hacen de maravilla, pero destacan Skarsgård y Anya Taylor-Joy. El primero además de entregar sus casi monosílabos diálogos de manera contundente, logra transmitir todas sus emociones y dudas de manera corporal. Ella con su interpretación de Olga, muestra a una mujer que a pesar de perderlo todo, mantiene su fortaleza y convicciones de manera férrea.
Kidman, Hawke, Björk y Willem Dafoe, tienen papeles pequeños, pero lo hacen tan bien que el espectador se queda con ganas de que tuvieran más tiempo en pantalla.
En esta época llena de franquicias y en la que los estudios apuestan poco a nuevos talentos, es refrescante ver una película con presupuesto de blockbuster, cuyo director tiene un estilo poco comercial, explorar otras culturas sin caricaturizarlas, y mostrando su lado más salvaje y brutal, pero sin caer en un vil baño de sangre injustificado.