La arquitectura de poder abyecto atrae a sus víctimas, las envía de antemano, las hunde en sus grietas, las hace desaparecer o las destruye sin dejar rastro.
—Sergio González Rodríguez
Con esta cita abre el brillante pero devastador documental Soles negros (Canadá, 2018) que trata el tema de los desaparecidos y asesinados en el territorio mexicano desde la época de la Guerra sucia y de cómo los seres queridos de las víctimas luchan contra un Estado cómplice de estas vejaciones.
El realizador canadiense Julien Elie divide su pieza en varios capítulos, cada uno enfocado a un lugar del país donde se han perpetrado estos crímenes: Ciudad Juárez, Ecatepec, Ciudad de México, Veracruz, Tamaulipas y Guerrero.
Cada sitio tiene a sus protagonistas y un enfoque específico, en Ciudad Juárez, por ejemplo, se entrevista a familiares de las víctimas y activistas de las mujeres desaparecidas que le dieron tanta notoriedad a la ciudad fronteriza.
Mientras que en la Ciudad de México se concentra en el asesinato del fotoperiodista Rubén Espinosa y cuatro mujeres en un barrio acomodado de la entidad.
El ritmo del documental lo dictan las voces de los protagonistas que tratan de impedir que el silencio y el olvido instauren su mandato. Así, todo se basa en entrevistas o narraciones mientras llevan a cabo su labor de buscar a sus seres queridos.
Elie y su equipo se meten en las entrañas de los Estados visitados. En Tamaulipas, visitan el sitio de la masacre de migrantes en San Fernando. Unas ruinas en medio de la nada, un enorme espacio alejado de mirones donde 72 personas fueron brutalmente asesinadas.
En Veracruz, acompañan al grupo Solecito en la búsqueda de fosas y restos.
En cada uno de los capítulos, hay una lección constante: la participación de las autoridades en los crímenes; jueces, policías, militares y políticos que forman parte de la gigantesca red del crimen que busca callar todas las voces disidentes a su insaciable sed por poder, control y dinero.
A diferencia de otros documentales, Soles negros casi no utiliza documentos y se basa principalmente en testimonios. Lo cual le da una esencia humana a la pieza. Las historias de personas que han perdido o buscan a seres queridos hacen imposible que el espectador no sea conmovido y se indigne contra la crueldad que rige algunos aspectos de nuestra sociedad.
Elie y los miembros del equipo son invisibles en el documental, la cámara y el micrófono captan la realidad sin filtros ni adornos.
Haber rodado el documental en blanco y negro fue una decisión acertada del director ya que resalta el contraste entre la luz y la sombra de la terrible temática.
Es una pieza larga, pero jamás se siente tedioso, al contrario, tiene rasgos dantescos ya que descendemos a un inframundo queriendo saber más.
Soles negros es un documental que todo mexicano debe ver y actualmente se encuentra en la Cineteca Nacional.