Treinta y seis años después de que Pete “Maverick” Mitchell (Tom Cruise) se graduara de la academia de pilotos Top Gun, y se volviera héroe al derribar tres aviones enemigos, es reclutado nuevamente por su viejo compañero y amigo Tom “Iceman” Kazansky (Val Kilmer) para regresar a la academia y entrenar a un grupo de pilotos elite para una misión imposible. Así comienza la nueva cinta del director Joseph Kosinski.
Realizar una secuela a un clásico ochentero como Top Gun (Scott, 1986), no era tarea sencilla, a pesar de lo cursi que puede llegar a ser por momentos y su utilidad como material de propaganda para la marina, la película permeo en la cultura pop – el video de la incondicional es un ejemplo- gracias a su gran soudntrack, y en especial a sus personajes, Maverick fue fundamental para cimentar el estatus de super estrella que al día de hoy sigue ostentando Cruise.
Se necesitaron casi cuarenta años, el apoyo del guionista Christopher McQuarrie (Mision Imposible, Al filo del mañana), el director Joseph Kosinski (Oblivion), artífices de los éxitos más recientes de Cruise, y el regreso del productor Jerry Bruckheimer para que se cristalizara la secuela tan deseada por los fans.
La cinta esta llena de nostalgia y homenajes a su predecesora desde que aparecen los primeros créditos en la pantalla, en esencia es la misma estructura que la original, Maverick hace algo bueno pero indebido, lo mandan a la academia, debe lidiar con una muerte y en el tercer acto deberá mostrarnos que ha madurado lo suficiente para la misión que tiene enfrente.
Recuerda mucho a otra secuela de un éxito ochentero, The Force Awakens (Abrams, 2015), sin embargo, Kosinski sabe mostrarnos un héroe por el que ha pasado el tiempo, que por momentos se siente derrotado, pero nunca traiciona su esencia.
Además, presenta a varios personajes nuevos, cuyas personalidades y actuaciones los hacen destacar, aunque solo sirvan para tomar roles vistos en la cinta original, como el almirante Beau ‘Cyclone’ Simpson (Jon Hamm) y el teniente Jake ‘Hangman’ Seresin (Glen Powell). Por el contrario, los tenientes Natasha ‘Phoenix’ Trace (Monica Barbaro) y Robert ‘Bob’ Floyd (Lewis Pullman), son personajes que si se sienten frescos y aportan algo nuevo a la franquicia.
Mención aparte merecen Penny Benjamin (Jennifer Connelly) y el teniente Bradley ‘Rooster’ Bradshaw (Miles Teller). La primera técnicamente no es el “nuevo” interés amoroso de Maverick, ya que escuchamos de ella al inicio de la película anterior, aunque nunca la vemos. Y el segundo es el hijo de Goose (Anthony Edwards) el copiloto y mejor amigo de Maverick, quien murió de forma trágica en la primera cinta.
Sumando a las buenas actuaciones y personajes – créanlo o no, una escena si saca al menos una lagrima- está el que quizás sea el mayor atractivo de la cinta para los no iniciados, las espectaculares secuencias aéreas de los F-18, F-14, la sensación de peligro es real, y es increíble ver las caras de los actores al sentir las fuerzas g, bien valieron los tres meses de entrenamiento diseñados por el mismo Cruise.
Aunque la película fuera mala, esas secuencias valen el precio del boleto, especialmente en formatos 4DX y IMAX, el cual apenas es suficiente para mostrar el carisma de Cruise y el amor que demuestra por este proyecto, al grado de prestar su P-51 de la segunda guerra mundial.
En los casi cuarenta años que han pasado desde que conocimos a Maverick, el mundo ha cambiado enormemente, las producciones de Hollywood han dejado de creer en ideas nuevas y menos si no incluyen superhéroes y miles de efectos CGI.
Cruise se ha mimetizado con su personaje, y sabe que es muy probable que su estilo de hacer cine (la estrella realizando sus acrobacias, mínimo uso de pantalla verde, y producciones pensadas para la pantalla grande) tenga los días contados, sin embargo, mientras él pueda, estará donde pertenece, dando la lucha al igual que Maverick.