Reseña de la mini serie de Netflix Astérix y Obélix: El combate de los jefes, basal en el comité de René Goscinny y Albert Uderzo.
Con muchos tintes de filosofía woke, la mini serie basada en los cómics de Astérix apenas pasa la prueba de calidad. Es una buena serie, a secas, pero no le falta un poco para estar a la altura de la creación de Goscinny y Uderzo.
Astérix y Obélix: El combate de los jefes inicia bien, con una escena que nos remite a la nostalgia del cómic, con los galos de la aldea irreductible tomando la poción mágica que les da fuerza sobre humana, en el preámbulo para combatir a una legión romana, la cual vencen casi con la mano en la cintura.
Luego nos presentan la historia de sobre el origen de la poción mágica y la amistad entre nuestros dos héroes, así como el evento legendario en donde Obélix se cae a una marmita llena de poción mágica. En estos momentos nos introducen a un personaje conocido por los fans: Cosenodekix, el hijo bully y cobarde del jefe de una aldea vecina que años después será el elegido por Roma para luchar en combate contra Abraracurcix.
Pero mientras eso ocurre, el contexto es el siguiente: los padres de Cosenodekix piden al jefe en turno que cuiden por unos días a su hijo. Lo cual implica malas noticias para los pequeños Astérix y Obélix quienes serán hostigados por el chico, de tal manera que para sacárselo del encima, Astérix promete robar la hoz del oro del druida Panoramix y dársela a se agresor para que note su valía y así los pueda dejar en paz.
En la choza de Panoramix hay una marmita hirviendo con una mezcla en la que el druida está trabajando pues busca crear la poción mágica que les dará fuerza sobrehumana, y que podría salvarlos en caso de que Julio César decida invadir a la Galia.
Las cosas salen mal para los chicos y Obélix termina, no sólo poniendo ingredientes extra la preparación de Panoramix, sino que también cae en ella por accidente. Así pues, esto termina siendo un feliz accidente porque Obélix termina ayudando a crear la poción mágica y además, se convierte en un súper hombre con la mente de un pequeño inocente y medio torpe.
El episodio 2 introduce a un personaje femenino llamado Metadata (signo de un mundo más incluyente), un romana que será el motor de la historía al darse cuenta que no toda la Galia está ocupada por los romanos. Sólo falta una aldea que resiste al invasor.
A Metadata se le ocurre que a través de un antigua ley gala podrían asegurar la conquista de este poblado: deben buscar un jefe galo aliado que decida luchar contra el jefe de los galos irreductibles (en este caso Abraracurcix) en un combate uno a uno, quien gane, gobernará la aldea del otro. El candidato para luchar contra Abraracurcix será sin duda el jefe galorromano Cosenodekix.
Metadata le presenta su plan al César y éste acepta, y orden Metadata y a su tío (un mando del ejército del César) que vayan a la aldea de los galos para hacer los preparativos del combate. Por supuesto no tardarán mucho en saber que, pase lo que pase, lo importante es que la tribu de Abraracurcix no pueda usar la poción mágica, por lo que deciden secuestrar a Panoramix.
En medio del secuestro, como ocurre en el cómic, Astérix y Obélix se dan cuenta e intentan detener a los romanos, pero Obélix se “adelanta” y les lanza un menir, el cual frustra los planes del enemigo pero cae sobre el druida causándole amnesia. Así pues, los galos están en un problema porque Panoramix es el único que sabe cómo hacer la poción mágica, por lo cual su aldea está en peligro. Abraracurcix deberá vencer a Cosenodekix para salvar a su pueblo pero sabemos que nuestro jefe galo está fuera de toda forma física.
La historia se va desarrollando de manera entretenida con nuestros galos peleando todo el tiempo, el druida confundido, los romanos y sus malévolos planes, y nuestros héroes enfrascados en una dinámica tóxica que amenaza con separarlos.
A lo largo de este camino habrá situaciones divertidas y una que otra licencia poética, como el hecho de cambiar al druida Amnesix (quien en el cómic iba a ayudar a la amnesia de Panorámix), por una mujer llamada Farmacopea, un personaje con look gótico que no parece tener sentido (inclusión forzada), o la introducción de dos comentaristas “televisivos”, un hombre y una mujer, que narrarán el preámbulo de la pelea y el combate mismo, que van mandando mensajes sobre el maltrato animal y la inclusión, entre otros temas woke (tendencia que se ha visto en cómics recientes de Astérix).
Interesante ver también un discurso de resistencia a un mundo lleno de imposiciones y estandarización —representado por el imperio romano—, justo cuando la derecha avanza con fuerza en Francia, teniendo a Netflix como canal de distribución. Y es que en ese sentido, Netflix representa de alguna manera una fuerza global y de consumo capitalista que podría ligarse a la idea de una hegemonía estadounidense que nos recuerda a un imperio romano.
Y es que si miramos con cuidado, en los cómics de Astérix, la aldea resiste al imperio y a diversas formas de modernidad, mismas que los personajes encuentren en sus viajes a otras ciudades, pero que al regresar, siempre encuentran su aldea intacta con la sencillez y los valores de un pueblo noble.
Pero volvamos a la historia de la mini serie.
El problema principal de la serie es la resolución del conflicto: parece que a los guionistas se les acabaron las ideas y se sacaron un giro inesperado pero sin sentido. No es un gran cierre.
Ahora bien, en un sentido más global —para quienes no somos franceses y estamos ajenos a la situación del avance de la ultraderecha en Francia— la premisa de resistencia no parece tener mucho sentido porque en la serie no es muy conciso qué podríamos perder si los “romanos nos conquistaran” con su modernidad o sus maneras, podríamos intuirlo pero no hay ejemplos concisos.
De pronto, Metadata parece advertir que los intereses del imperio romano se relación con el poder personal del emperador y no como algo del bienestar del pueblo, pero este mero argumento no es suficiente para sentirnos identificados, emocionados. No se dice qué pasará con el estilo de vida de los galos… ¿Vivirán peor? ¿mejor? Pareciera que solo es miedo a la transformación.
El discurso ideológico que sustenta la resistencia de los galos irreductibles se vuelve inútil, y está mal construido. Afortunadamente para la historia, no importa porque desde el inicio, todos deseamos que la aldea se mantenga libre y que siga siendo como se le dé la gana. Porque la sola idea de unos individuos resistiendo a ser como se les da la gana ya es suficientemente atractiva. Uno quiere que los galos se salgan con la suya desde un discurso más psicológico que político.
Astérix y Obélix: El combate de los jefes divierte, entretiene pero no es una gran serie animada y no está cerca de hacerle justicia al cómic.