por J. A. Zandi
En 1978, el director John Carpenter creó Halloween (EU), una de las películas más influyentes de la historia del cine y popularizó el género slasher en el mundo.
Cuarenta años después, llega de nuevo a la cartelera Halloween (EU, 2018), esta vez dirigida por David Gordon Green y no es un remake ni un reboot, sino secuela y continuación directa de la original de 1978 en la que Jamie Lee Curtis regresa como Laurie Strode, sobreviviente y protagonista de la cinta dirigida por Carpenter.
Hace cuatro décadas, el asesino serial Michael Myers escapó de un manicomio y cometió numerosos asesinatos durante la noche de Halloween en el pueblo de Haddonfield. Allí, escogió a Laurie como su principal objetivo e hizo todo lo posible por aniquilarla, pero la joven niñera logró vencerlo.
Hoy, Laurie es una anciana traumada por aquella noche, distanciada de su hija Karen (Judy Geer) pero cercana a su nieta Allyson (Andi Matachak), a quien advierte que se acerca la noche de brujas y que debe tener mucho cuidado. La abuela Laurie es una cuasi-reclusa: su hogar es una especie de fortaleza con trampas, armas y numerosas medidas de seguridad.
Michael Myers ha estado encerrado desde hace 40 años en un manicomio donde el Dr. Sartain (Haluk Bilginer) lo ha tratado de estudiar, pero jamás ha logrado obtener una respuesta o reacción por parte de Myers, es como si estuviese en estado vegetal.
Todo cambia cuando llegan dos periodistas que están haciendo un reportaje acerca de los eventos que ocurrieron en 1978. A los dos se les lleva al patio donde está encadenado Myers tomando el sol. Intentan interrogarlo pero no obtienen nada sino hasta que uno de ellos saca la máscara que usaba el asesino hace 40 años. La escena genera muchísima tensión, ya que la toma muestra la mano temblorosa de Myers, pero esa es información exclusiva para el espectador y los periodistas no se percatan, como cuando en el Exorcista (EU, 1973) el Padre Merrin está tomando té en un mercado en Iraq y se entrecorta con otros planos del ambiente sumamente tétricos que anuncian que algo malo va a ocurrir.
Regresando a Halloween, varios internos del manicomio son trasladados a “un sitio más seguro” esa misma noche, incluyendo a Myers. Un padre y su hijo van por la carretera cuando se topan el autobús del manicomio volteado en el arcén; hay pacientes deambulando por los carriles… Myers ha logrado escapar.
Laurie, quien estaba al pendiente del traslado de los pacientes del manicomio, sabe que el día ha llegado. Mientras tanto, Myers procede a hacerse camino hacia el pueblo, matando a varios en su camino.
Cuando llega la noche de Halloween, Laurie allana la casa de Karen y le informa lo ocurrido. Acuerdan que deben ir a la fortaleza de Laurie mientras la policía busca a la nieta que anda con su novio, disfrutando de las festividades de la Noche de Brujas. Allyson deja una fiesta cuando descubre que su novio le es infiel y es atacada por Myers mientras deambula por las calles. A partir de ese momento, todo transcurre para un showdown entre las mujeres Strode y el mítico asesino.
El director, Gordon Green (Pineapple Express), decidió ignorar todo lo ocurrido en las demás películas de la franquicia entre la original y ésta para hacer la continuación directa 40 años después. Con un mayor presupuesto que la de 1978, Gordon Green logra recrear mucha de la sencillez y tensión de la primera. Son muy similares: un asesino oculto en las calles abandonadas y mal iluminadas de un suburbio gringo mata a los desafortunados que se topa en su camino.
Sin embargo, hay dos elementos que soy distintos y es lo que le da frescura a esta pieza. La cinta del ’78 posee una violencia más gráfica. Muchas de las muertes muestran una fuerza casi sobrenatural por parte del asesino que no se siente falsa, al grado que la propia policía y todos los que recuerdan los eventos del pasado saben que Myers es una fuerza y no un ser humano: es “el mal”.
El segundo elemento, y sin duda el más sólido, es la locura de los protagonistas. En la trama, se demuestra la locura de Michael Myers y, en yuxtaposición, está la de Laurie, quien pasó de ser una niñera adolescente indefensa a una anciana que no puede soltar el pasado. Aquellos eventos la marcaron por siempre y diseñó su vida a partir de ellos: construyó una casa a prueba de invasión; aprendió a crear trampas y a usar armas, pero sobretodo, entrenó a su hija para todo esto y por ello perdió su custodia.
Cuando Karen se vuelve adulta, trata de evitar a su madre y de que Allyson no sea contagiada por la locura.
Obviamente, los eventos terminan por darle la razón a Laurie, pero al final hay un plano de las tres mujeres, heridas y maltrechas, donde nos obligan a preguntarnos: ¿la locura es contagiosa? ¿existe algo de Michael Myers dentro de todos nosotros?
Halloween es de las secuelas más sinceras que se han hecho en los últimos años. Nos hace sentir y da en qué pensar.