Una de las virtudes del cine latinoamericano es su poder para tocar temas de relevancia social comunes a todos los países que integran esta región. Ema (Chile, 2019) de Pablo Larraín no es la excepción, ya que esta película materializa, en la actriz Mariana de Girolamo, todas las libertades conquistadas por las mujeres y las lleva hasta su máxima expresión.
Vale la pena experimentar esta cinta a ciegas, sin muchas explicaciones de qué va la historia, ya que el director nos presenta poco a poco las piezas que, a la postre, se unen para formar una trama cada vez más desconcertante, manteniendo la incertidumbre sobre el desenlace de la historia.
Aún así, podemos decir lo que vemos en la primera escena: una mujer con un lanzallamas incendiando un semáforo. Este elemento del ambiente urbano es utilizado como símbolo de las señalizaciones morales que rigen a la sociedad; señalizaciones ahora obsoletas gracias a la conquista de mayores libertades por parte de las mujeres. El fuego representa el carácter revolucionario del asunto.
Para dar una descripción más precisa de la historia, cabe decir que Ema (Mariana Di Girolamo) es una bailarina de una compañía de danza contemporánea dirigida por su marido, Gastón (Gael García). La relación entre ambos es complicada, aún así, la pareja adopta a un niño al cual terminan regresando después de que éste causa un grave accidente.
Mientas la relación se desgasta, Ema se interesa cada vez más en los ritmos urbanos —sí, reguetón—, los cuáles son aportados por el productor y compositor Nicolas Jaar. En este proceso, ella intenta recuperar a su hijo adoptivo al tiempo que se libera de ataduras sociales y rompe con tabúes establecidos en su familia.
El espíritu de sororidad y empoderamiento del filme son reforzados por los planos del cinematógrafo Sergio Armstrong, que explotan el uso de luces neón así como los bailes de Ema y sus amigas. Las secuencias muestran el vertiginoso ritmo al que se mueve la vida de la protagonista, quien se siente cada vez más dueña de su cuerpo y su destino.
Ema es una experiencia sui géneris, una obra signo de nuestros tiempos que funge como prueba cinematográfica de que las mujeres están cambiando las formas de convivencia y las están prendiendo en llamas. Disfrutemos al ver cómo arden.
