por Jerónimo Arellano Zandi
La película Downton Abbey (Reino Unido, Estados Unidos, 2019) funciona como un epílogo a la serie (2010-2015), permitiendo que la audiencia se despida de la familia Crawley y la servidumbre que trabaja en la casona.
Nervios se apoderan de los habitantes y trabajadores de Downton Abbey cuando Robert Crawley (Hugh Bonneville) recibe una carta del palacio de Buckingham que le informa que los reyes los visitarán. Mary (Michelle Dockery), hija de Robert, comienza a hacer las preparaciones para la visita real.
Ella confía plenamente en la servidumbre, sin embargo, para no correr riesgos, le pide al mayordomo jefe Carson (Jim Carter), quien está retirado, que tome el mando durante la visita.
Carson y los trabajadores de la casa se alegran de poder atender a los monarcas, no obstante, esta alegría rápidamente se convierte en una pesadilla cuando aparecen miembros de la servidumbre de la Casa Real, quienes le indican a Carson y compañía que no harán nada ya que ellos mismos se harán cargo de todo, a partir de ahí, la servidumbre real insulta y maltrata a la servidumbre local constantemente.
Mientras tanto, Violet, la condesa viuda de Grantham (Maggie Smith), planea confrontar a la dama de compañía de la Reina, Maud Bagshaw (Imelda Stauton), ya que ésta no tiene herederos y Robert Crawley es su familiar más cercano y, por ende, le corresponde la herencia de Maud.
Muchos eventos ocurren durante la visita, desde confesiones personales entre miembros de la familia hasta un atentado en contra del rey.
Afortunadamente los protagonistas, logran superar todos los obstáculos que amenazan la visita real, pero quien se lleva el premio es la servidumbre, que logra recuperar el control de las actividades de la casa y atender a los reyes en la última cena.
El creador de la serie, Julian Fellowes, escribió el guion de la película y mostró su dominio sobre la materia que hizo a la serie tan popular: hacer un despliegue del contraste entre la aristocrática y la servidumbre en la sociedad británica.
La película logra cerrar la historia familiar ya que varios personajes concluyen su razón de ser y pasan el mando a generaciones más jóvenes que, sin duda, mantendrán viva la tradición, tanto de los trabajadores como de la aristocracia.
Sin embargo, la historia tiene debilidades. Por ejemplo, casi no hay conflicto (salvo la lucha de la servidumbre y la trama del atentado) y el drama permanece en lo superfluo sin generar tensión. Se siente más como una despedida de la serie que una película independiente. No obstante, los personajes están muy bien construidos y las actuaciones son precisas ya que el elenco demuestra tener el dominio total sobre los personajes que encarnaron por tantos años.
La reconstrucción de la época a cargo del departamento de arte (Caroline Barton, Mark Kebby, y Simon Walker) y vestuario (Anna Robins) es impecable: el nivel de detalle de los vestidos y trajes es imponente.
Downtoy Abbey cumple con su propósito a pesar de sus carencias y los fans de la serie seguramente quedarán satisfechos con la conclusión.