por Miguel Mora Vargas
Destrucción (Destroyer, EUA, 2018) es un thriller construido alrededor de un personaje semi devastado y atormentado, extraordinariamente interpretado por Nicole Kidman, escrito por los guionistas Phil Hay y Matt Manfredi y dirigido por Karyn Kusama.
Este drama policiaco inserto dentro del cine negro, es una historia contada en dos épocas que nos permiten ver la evolución de Erin Bell (Nicole Kidman), una policía de los Ángeles abrumada por su pasado y por otro lado su etapa de joven agente cuando investigaba a una banda delictiva.
En un principio, la cinta nos ubica en el presente, cuando la detective Bell llega a la escena de un crimen para analizar el cuerpo de un sujeto aparentemente desconocido que tiene tatuados unos puntos en el cuello. Lo impresionante de la escena no es el occiso, sino la caracterización de Kidman que representa a un muerto viviente, una especie de cadáver que deambula por la ciudad de los Ángeles esperando atrapar a sus fantasmas.
Es evidente que la mujer detective sabe más de lo que cuenta y arrastra sus recuerdos para dar con la puerta exacta del infierno que la llevará con sus demonios para hacerlos pagar por las perdidas y los dolorosos fracasos que le hicieron pasar.
Además de tener que cargar con el trauma de un error del pasado, Bell sostiene una relación desastrosa con su hija Shelby (Jade Pettyjohn), una adolecente de 16 años que se empeña en mantener un noviazgo con un hombre mayor a pesar de la desaprobación de su madre.
Pero todo cambia cuando la detective recibe un billete marcado con tinta morada, es ahí donde las dos estructuras de la película empiezan a funcionar. Una serie de flashbacks sirven para contar el entramado nada difícil de entender.
Resulta que mucho tiempo atrás, Bell fue asignada como agente del FBI junto con su compañero el agente Chris (Sebastian Stan) para infiltrarse en una pandilla local controlada por Silas (Toby Kebbell), un peligroso delincuente que se dedica a planear asaltos violentos. Mientras ambos agentes están en la operación encubierta se convierten en amantes, esto hace que no se retiren cuando es debido, pero además la situación se complica y todo sale mal durante un atraco, las consecuencias son trágicas, y aunque Silas va a dar a prisión todo queda al descubierto y se revela la identidad de Erin Bell dejando una secuela de muertes.
De vuelta al presente, se entiende que la detective sabe que el billete manchado es una prueba irrefutable de que Silas está fuera de prisión, es por eso que Bell comienza un rastreo minucioso. Cada movimiento que hace está relacionado íntimamente con su pasado. Durante su búsqueda obsesiva se encuentra con Petra (Tatiana Maslany), la amante de Silas que la llevara a su reencuentro con el peligroso criminal.
La dos épocas manejadas por la directora Karyn Kusama nos permiten ver las transformaciones radicales de la actriz protagonista, quien prácticamente carga con todo el peso de la cinta de principio a fin. Aunque las caracterizaciones de Nicole Kidman son sorprendentes, el ritmo de la historia se vuelve lento e irregular entre tanto flashback, impidiendo al espectador una lectura más apegada a la historia y que lo identifique con el personaje principal.
Destrucción es una cinta convencional con la presencia de Kidman. No posee un tratamiento sobresaliente por parte de la directora y su equipo, e incluso hay momentos en los que todo está rodeado de una atmósfera somnolienta que disminuye la tensión dramática y el misterio oculto de la misión de Erin Bell.
Esta cinta abrió el camino para que Nicole Kidman fuera nominada a los Globos de Oro como mejor actriz dramática en 2018. Y también fue nominada en el Satellite Awards como mejor actriz en la categoría de drama 2018.