¡Bienvenido! Gracias por estar aquí. He esperado mucho para poder compartir esta sección contigo y, a partir de hoy, mi columna “El arte en el séptimo arte” aparecerá semanalmente para explorar estilos y personajes importantes de la Historia del arte que también han desfilado por nuestras pantallas.
Y así, sin más preámbulo, iniciemos nuestro recorrido con el Románico.
El Románico es el estilo artístico que surgió durante la Edad Media y el Feudalismo.
Las variaciones en el estilo Románico son reflejo de la caída del Imperio Romano de Occidente y de la ruptura de Roma como unidad en Europa. Si hubieras paseado por Italia, España, Francia e Inglaterra en el siglo II d.C., hubieras encontrado en cada una de las ciudades acueductos, baños y templos.
Quizá una casa en Inglaterra no era idéntica a una en Italia, pero no hubieras podido apreciar mucha diferencia entre ellas porque hay que tomar en cuenta que en todo el Imperio Romano se hablaba el mismo idioma (el latín) y se compartían costumbres e ideales.
Si quieres adentrarte en el Imperio Romano, te recomiendo que veas Roma (EUA, Reino Unido, 2005-2007), una producción de HBO que no sólo retrata las vidas de los romanos ilustres, sino también de los ciudadanos de a pie.
La unidad romana se rompió con la caída del Imperio Romano de Occidente, cuando los bárbaros se establecieron en Europa Occidental durante lo que se llamó Edad Media (476– 1492 d.C.).
Las diferencias entre los pueblos fueron surgiendo. Italia, España y Francia desarrollaron lenguas distintas, cada una con bases latinas. Y en el arte es evidente la diferencia entre los estilos románicos germanos, franceses e italianos. En cada esquina de Europa aparecieron diferencias en las expresiones artísticas, por ejemplo, en Francia, los estudiosos dicen que se pueden distinguir entre dieciséis y diecisiete estilos románicos.
El Románico fue una gran era para la Iglesia. Durante el Medioevo, el Papa extendió su poder hacia lo que hacía poco tiempo era el Imperio Romano y con las Cruzadas la energía religiosa de la época tuvo un despliegue dramático.
Una de las mejores cintas de la historia, escrita y dirigida por Ingmar Bergman, es El séptimo sello (Suecia, 1957), en la que podemos ver este dramatismo de las Cruzadas a posteriori. Bergman retrata cómo Antonius regresa a su pueblo tras diez años de luchar en las Cruzadas. El paisaje es desolador: Suecia ha sido azotada por la peste. Y el caballero tiene un encuentro con La muerte que viene para llevárselo, entonces Antonius reta a la parca a un partido de ajedrez con el que se decidirá su existencia.
Durante este periodo de oscuridad intelectual, los monasterios fungieron como centros de estudio, cosa que puedes ver representado en la adaptación cinematográfica de la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa (Alemania, Italia y Francia, 1986), protagonizada por Sean Connery en la que un monje franciscano trata de resolver una serie de misteriosos crímenes ocurridos en la abadía.
Durante el Románico se seguía usando madera para la construcción, pero fue en este periodo en el que se comenzó a utilizar piedra y ladrillos cuando era posible y de aquí vienen los famosos “masones”. La palabra mason en francés significa “albañil”. Las bóvedas hechas de piedra eran mucho más fuertes y duraderas y resaltaban el efecto acústico de los Cantos Gregorianos. Altas torres flanqueaban el portal de la entrada principal y la iglesia se convirtió en el edifico más importante para las comunidades. Los portales tenían, frecuentemente, incrustaciones de esculturas que mostraban mensajes teológicos o morales a los feligreses.
En los siglos XI y XII hubo un gran crecimiento en la población cristiana y, junto con esto, surgió el deseo de hacer peregrinajes a Santiago de Compostela, Roma, Jerusalén y demás lugares santos.
Los héroes de la Iglesia fueron los mártires que murieron por su fe. Para los Cristianos bizantinos, venerar íconos de los santos era suficiente, pero los nuevos Cristianos Occidentales querían sentir más cerca a sus santos. Es por eso que surgió la veneración de reliquias. Las reliquias son partes del cuerpo de los santos y de los mártires o cosas que pertenecieron a ellos y que se guardan en contenedores ricamente adornados que se colocan en las iglesias. Algunos ejemplos de reliquias son: el brazo de San Juan el Bautista, la costilla de San Pedro, la sandalia de San Andrés y, por supuesto, el Santo Grial, sobre el que se han hecho un sinnúmero de filmes.
Más tarde, la Iglesia decidió que en cada capilla debía de haber una reliquia y las reliquias tuvieron que repartirse o quizá también falsificarse –muchas iglesias claman tener un pedazo de la cruz en que Cristo fue crucificado–. Otros, las robaron, como en Indiana Jones y la última Cruzada (EUA, 1989), donde vemos a Sean Connery como el padre de Indiana Jones (Harrison Ford) tratando de recuperar el Santo Grial.
Para nosotros, ciudadanos del siglo XXI, que vivimos con tecnología avanzada y todas las comodidades, nos es casi imposible imaginar cuán precaria era la vida para aquellos que vivían en la Edad Media y todos nuestros intentos para entenderlo pasan por el filtro de nuestra experiencia, pero gracias a los historiadores, podemos saber que la mayoría de la gente vivía en situaciones que a nosotros nos aterrorizarían, quizá algunas cosas nos suenen familiares, pero la vida era realmente difícil.
La gente vivía con muchos miedos: miedo a la violencia, a los asaltos, a los animales salvajes, a las brutalidades cometidas para robar territorios o comida; miedo a morir de hambre, a los incendios, a enfermar y miedo al Juicio Final.
Aproximadamente un tercio de los niños que nacieron en el periodo medieval murieron antes de cumplir los cinco años e incluso los nobles, quienes vivían en condiciones mil veces mejores que la gente ordinaria, no tenían una expectativa de vida mayor a los treinta años.
Ante todas estas vicisitudes, los hombres del Medioevo buscaban consuelo en Dios y en la Iglesia, por eso, entre toda esta pobreza, las grandes catedrales Románicas y Góticas se pudieron construir, porque la gente daba dinero a los representantes de Dios en la tierra para que intercedieran por ellos y así quitarse algunas calamidades de encima.
Mahler, Upjohn, Wingert, History of World Art, Oxford University Press, pp. 600 – 602. Stokstand, C., Art History, 4th edition, Laurence King Publishing, Ltd, London, Volume I, p.494 - 503.
2 comments
Hola Montse!!!
Me encantó tu columna y el enfoque que le das al arte. Este análisis nos llevará a reconocer las etapas históricas de la humanidad en las series y/o producciones que ofrecen los medios.
En cuanto al medioevo, Mark Twain, quien escribió novelas de contexto histórico, refiere en su estilo sarcástico cómo era la vida de las clases sociales en la Inglaterra de ésta etapa, en “Un Yanqui en la corte del Rey Arturo”.
¡Fantástico, Karla! Gracias por la aportación de Mark Twain, buscaré ese texto porque, además, leerlo es una clase de cómo escribir bien. Te mando un abrazo.