por Hugo Juárez
Este 2018, Kratos está de vuelta en nuestras consolas. Pero no viene solo…
Después de destruir el Olimpo, Kratos decide retirarse e irse muy lejos, específicamente a tierras nórdicas, donde se encontrará con personajes como Thor y Odín, o gigantes, trolls, enanos, lobos y serpientes gigantescas.
Pero su pasado no se dará tan fácilmente por vencido, así que dece perseguirlo y lo hará hasta el fin del mundo si es necesario. Esta vez, a Kratos lo acompaña su hijo preadolescente Atreus, la única razón por la cual decide seguir viviendo, luego de que la madre de éste muere.
La llegada de Atreus a la vida de Kratos va más allá del estereotipo de ver a un hombre rudo y violento volverse uno noble y reivindicado por haberse convertido en papá: Atreus representa para Kratos un reto formidable, pues su función es reencontrarlo con su humanidad, al mismo tiempo que lo está desafiando constantemente, le hace preguntas sobre su madre y el mundo, se le rebela, le hace chistes sarcásticos, lo preocupa, lo enfada; pero otras veces lo enternece, lo protege, le enseña, lo corrige, lo ama y lo perdona.
La relación de Atreus y Kratos tiene elementos típicos de cualquier relación padre e hijo, pero está insertada en un ambiente hostil en el que el padre lucha con todas sus fuerzas por ocultarle al hijo el pasado y por darle esperanza de poder honrar a su madre.
El carácter y la misma esencia de Kratos se ven desafiados por un niño inteligente y amoroso que, literalmente, está saliendo a explorar el mundo por primera vez y sin la protección de su madre; lo interesante es que, al mismo tiempo, Kratos también está vulnerable y explorando un nuevo mundo, pero tiene la responsabilidad de proteger y enseñar a su hijo a sobrevivir.
Como consecuencia de todo lo anterior, los videojugadores podemos explorar con más detenimiento un lado de Kratos que no surgió de la nada ni estaba ausente en la saga anterior, pero que sí se hallaba un tanto oculto por tanta violencia.
En esta nueva entrega comprobamos que Kratos tenía que cambiar para controlar su venganza y para “tapar” sus malas decisiones, pero al mismo tiempo aprendemos que los pecados jamás se borran, ni por la intervención de los dioses.
Con muchos momentos de humor por este toma y daca entre Kratos y Atreus, aderezados por una complicidad entrañable, la nueva entrega God of War no nos aleja demasiado de la premisa de historia clásica griega sobre ese hombre que busca redención, pero al mismo tiempo nos sorprende con gráficos muy pocas veces vistos en consolas, un soundtrack épico y operístico, personajes entrañables y estupendamente bien construidos, un nuevo y efectivo modo de batalla, una exploración satisfactoria y una trama inolvidable, elementos (todos) que le aseguran un lugar no sólo en las ternas a los mejores juegos de 2018, sino también en el Olimpo de los videojuegos.
Al respecto de su lanzamiento, Cory Balrog, director, dijo que este juego es sobre Kratos enseñándole a su hijo a ser dios, y sobre Atreus enseñándole a su padre a ser humano. También dijo que en la saga anterior de God of War habían contado la historia de Hulk, pero que esta ocasión querían contar la historia del físico Banner. No puedo estar más de acuerdo.
¿Desatará Kratos el Ragnarök? Descúbrelo a partir de este 20 de abril de 2018 sólo en PlayStation 4.