por Daniel Villamil
A casi un año del lanzamiento de Musas: Un homenaje al folclore latinoamericano en manos de Los Macorinos, Volumen 1, Natalia Lafourcade nos presenta el volumen 2 en el que continúa acompañada de los que fueran los guitarristas de Chavela Vargas.
Como su nombre lo indica, este disco es la continuación de su trabajo anterior, por lo que repite la exitosa fórmula: canciones nuevas y covers de temas clásicos de Latinoamérica, incluso regresa Omara Portuondo para otra colaboración, a la que se une Eugenia León.
El primer sencillo y tema con el que inicia este trabajo es “Danza de Gardenias”, escrita por Lafourcade en colaboración con David Aguilar, el cual marca de manera perfecta el tono de todo el disco: sonidos folclóricos mezclados con pop.
Estamos ante otro excelente trabajo de Lafourcade en todo aspecto: letras, arreglos, voz, etcétera. Sin embargo, en este segundo volumen no encontramos un tema con la fuerza de un sencillo tan poderoso como “Tu si sabes quererme”, alegre como “Mi tierra veracruzana” o melancólico pero pegajoso como “Soledad y el mar”. De hecho, llega un punto en el que la fórmula se siente un poco repetitiva y pierde un poco de fuerza.
Y no es que Natalia no logre darle su propio sello a las canciones a las que hace homenaje, al contrario, sus versiones de “Luz de luna” y “La llorona” son geniales: es increíble que canciones tan manoseadas suenen actuales sin caer en versión genérica estilo Luis Miguel.
El problema es que después de álbumes donde ha presentado conceptos diferentes, aunque en la misma línea —Mujer Divina: Homenaje a Agustín Lara, Hasta La Raíz y el volumen 1 de Musas—, este segundo trabajo llega a sonar a más de lo mismo, no se siente fresco.
En “Desdeñoza”, la colaboración con Portuondo y León es donde más palpable es esta situación: suena bien, pero es algo que ya escuchamos en el volumen 1. Algo parecido a “The 20/20 Experience” de Justin Timberlake, que después de la exitosa primera parte, su secuela resulto buena a secas, pero sin ser nada memorable en su discografía.
Quizás es hora de retomar el concepto de álbumes dobles, pues al parecer la máxima de “segundas partes nunca fueron buenas” siga aplicando en el ámbito musical, en el que los ejemplos citados se sienten entre repetitivos e incompletos.
Calificación: 3 de 5