¿Te imaginas correr colina abajo para atrapar un queso? ¿Elegir la rana adecuada para ganar un concurso de saltos? Netflix estrenó la docuserie Somos los campeones, un recorrido por algunas de las competencias más extravagantes del mundo y la vida de un grupo de competidores que comparten un solo objetivo: alcanzar la victoria.
A lo largo de seis capítulos cuyo punto en común es la rareza de la competencia, los directores desmenuzan su origen a través de la voz de los propios competidores, quienes trazan la magnitud de los eventos a partir del gran respeto, dedicación, constancia y valor con el que se preparan para participar.
La docuserie tiene sus altibajos. Inicia fuerte con los capítulos uno y dos donde se habla sobre la tradicional (y muy peligrosa) carrera del queso rodante en los campos ingleses y sobre una competencia de comer chile en el pueblo de Fort Mill, Carolina del Sur. En ambos episodios son mujeres las que nos llevan de la mano durante su participación, atrapándonos y deseando que sean ellas las que alcancen la gloria del triunfo.
Y ese justo es un gran acierto de la docuserie: la presentación de los personajes. Más allá de caer en la elección fácil de irnos con el favorito para ganar, la manera en que están construidos los episodios hacen que nuestra empatía se quede con aquellos competidores que van por una hazaña, que buscan reconocimiento en una disciplina que para ellos ha funcionado como válvula de escape en su día a día.
Esta manera de contar los capítulos mantiene la atención de la audiencia, generando incluso cierta tensión por querer llegar al final y conocer el resultado de la competencia en turno y al igual que en cualquier deporte común: a veces no gana quien queremos o como dice la propia docuserie “a veces hacer lo mejor no es suficiente”.
Los capítulos tres y cinco parecieran no estar en el mismo nivel que los primeros dos y esto se debe al ritmo con el que está contada la competencia en turno. Al ser disciplinas con una menor descarga de adrenalina y una cierta distancia con el público que las admira, el contenido llega a sentirse tedioso, pese a lo interesante que puede llegar a ser una competencia de peinados fantásticos y un torneo de danza con perros.
El punto más alto de Somos los campeones se encuentra en el episodio cuatro, el cual narra las competencias de yoyo. La destreza casi mágica que exponen los competidores en sus rutinas, hipnotiza. En este capítulo aparece la mexicana Betty Gallegos, quien busca convertirse en la primer mujer en avanzar a las finales de un torneo donde sólo compiten hombres… ¿lo logrará?
En el último capítulo aparece una competencia de salto de rana. Todo aquel que quiera participar debe elegir a su mejor rana toro y entrenarla para que recorra la mayor cantidad de distancia en tres saltos. Un episodio final que pierde la fuerza y la atención que crearon los episodios previos. Muy buena idea, pero no bien desarrollada.
La narración en inglés corre a cargo de Rainn Wilson, actor reconocido por dar vida a Dwight en la versión estadounidense de The Office. Mucho de los bueno de Somos los campeones radica en cómo narra Wilson, su sarcasmo y humor que lo caracteriza y el manejo de las emociones que puede tener a través de los tonos de su voz.
Somos los campeones es una propuesta diferente, extravagante, excéntrica y buena de Netflix. Al final, de seguro remontará al espectador a momentos de la vida en que cualquier artefacto, lugar o acción daba pie a las competencias más reñidas y sí, quizá algunas de ellas las veamos pronto en alguna docuserie.
1 comment
Chiquito Bebé! Excelente trabajo, me encanta leerte y verte!
Te faltó poner todo un kamikaze de la información!!
Mil Gracias