por Fausto Ponce
A sus 82 años, Quincy Jones no puede parar de trabajar. Es su obsesión por la música la que lo salvó de ser un criminal y de morir prematuramente. Es esa obsesión la que lo ha llevado a ser uno de los mejor músicos, compositores y productores que han pisado la Tierra. Pero, paradójicamente, es esta misma actitud la que lo ha puesto de cara a la muerte una y otra vez.
Quincy (2018) es un inspirador documental que narra vida y obra de este ícono de la cultura estadounidense que plasma a la perfección la pasión que éste siente por la música y su posterior influencia como un modelo a seguir por parte de diversos miembros de la comunidad afroamericana.
El documental comienza con un breve esbozo de la importancia de Jones para el mundo de la cultura, su falta de cuidado en sus hábitos personales y sobre la producción de un importante proyecto de la cultura afroamericana por parte del Smithsoniano, el cual está a cargo de Quincy.
De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, nuestro protagonista cae en un coma diabético debido al exceso de azúcar, propiciado por su forma de beber.
Quincy sobrevive, y si bien deja el alcohol, no para de trabajar ni de ir de un lado para el otro del mundo, todo esto mientras prepara el show para el Smithsoniano y nos cuenta, de la mano de su hija Rashida Jones y Alan Hicks, los pormenores de su vida y su paso por el mundo de la música.
Quincy (1933) creció en South Side, un barrio pobre de la ciudad de Chicago. Su madre tenía esquizofrenia y fue llevada a un manicomio cuando él era un niño, pero fue gracias a ella que conoció la música. Su contexto sociocultural le auguraba una vida en la criminalidad y, quizá, una muerte prematura, pero en su adolescencia se reencontró con la música y desde ese momento quedó enganchado… lo constituyó su salvación y, posteriormente, su posicionamiento como un modelo a seguir. Y quizá también como una manera de escapar de sus heridas y vacío para también sanarlos.
El documental, disponible en Netflix, cuenta con el testimonio del propio Jones y de personas cercanas a él. Ninguno de los participantes tiene tapujos para contar los altibajos del artista, ni si quiera él mismo, y es quizá por esa honestidad que su figura no se viene abajo, al contrario, se fortalece, y al final tenemos a un ser humano genial con virtudes y grandes desaciertos, pero siempre con la fortaleza para seguir adelante.
La historia termina con la inauguración del Museo Nacional de Arte y Cultura Afroamericana del Instituto Smithsoniano (2016) que constituye una celebración de la cultura afroamericana y las personalidad a que la han hecho grande y, por su puesto, Quincy Jones es un pilar de la misma.
El triunfo cultural de Quincy parece ser una de las grandes victorias de la igualdad racial en Estados Unidos; el éxito de Quincy es el triunfo de toda una nación.
Quincy es un documental imperdible para los amantes de la música y de aquellos que buscan la trascendencia en el mundo cotidiano.