por Miguel Mora
El principio de cualquier cineasta radica en observar para conocer la intimidad de los otros, descubrir sus secretos y así construir una historia para contarla. Es por eso que tanto los directores como los fotógrafos de cine poseen una especial inclinación hacia la indiscreción: viven atrás de los espejos contemplando. Sin duda, el mejor ejemplo de este atrevimiento es La ventana indiscreta (Rear Window, EUA, 1954) película en Technicolor, basada en el cuento de Cornell Woolrich, adaptado al cine por John Haytes y dirigida por Alfred Hitchcock.
En una unidad habitacional de los años 50 perfectamente ambientada, L.B. Jeffries (James Stewart), fotógrafo profesional permanece confinado en el interior de su departamento en una silla de ruedas con la pierna enyesada.
A pesar de la compañía de su novia Lisa Carol (Grace Kelly) y las atenciones de Stella (Thelma Ritter) su enfermera, Jeffries, se evade para curiosear por su ventana la vida de sus vecinos. Conforme pasa el tiempo, logra tener una disección perfecta de lo que sucede en los departamentos que dan a su patio trasero. Siempre desde su punto de vista, vemos a una bailarina ensayando, a una mujer solitaria que finge cenas para invitados imaginarios, un compositor sin éxito, una pareja que duerme en el balcón y baja a su perrito en una canasta al jardín. Pero dentro de todos resalta Lars Thorvald ( Raymond Burr), un vendedor de joyas y su esposa que pasa todo el día en la cama y le hace la vida imposible.
Mientras transcurren los días, la novia de Jeff se desvive en atenciones con el fin de convencerlo de formalizar su relación, sin embargo, él se rehúsa a aceptar. La historia da un vuelco cuando ve al vendedor de joyas peleando acaloradamente con su mujer, Jeff cree ver algo inusual en su comportamiento y se obsesiona con este personaje. A partir de ese momento, lo vigila constantemente, primero con unos binoculares que pronto cambia por un lente largo para tener mayor definición en la imagen. El suspenso crece cuando ya no puede ver a la esposa, y, en cambio, descubre: una sierra, una maleta, un lugar recién excavado en el jardín por Thorvald… todo indica que se ha cometido un asesinato.
El protagonista intenta convencer a su amigo Tom (Wendell Corey), compañero de armas durante la guerra y ahora detective de la sección de homicidios, pero todo es inútil por falta de pruebas contundentes, sin embargo, las sospechas aumentan cuando descubre al pequeño perro de los vecinos escarbando en el jardín, justo en donde unos días antes Throvald había hecho un hoyo.
La tensión crece. Jeff involucra a su novia Lisa y a la enfermera que lo atiende para que lo ayuden a resolver el misterioso suceso. Pero la trama se complica y adquiere dimensiones desproporcionadas cuando Lisa es sorprendida por el vendedor de joyas en su departamento y va a dar a la cárcel. Todo esto provoca el desenlace en donde el fotógrafo impedido con la pierna rota se enfrenta al asesino y después de una lucha desigual Jeff cae por la ventana y el asesino es capturado gracias a la intervención de la policía y su amigo Tom.
Para 1954, año en que realiza La ventana indiscreta, Alfred Hitchcock ya contaba con una amplia carrera y un lenguaje propio. Solía decir que la diferencia entre suspenso y sorpresa dependía de la cantidad de información que se le proporciona al espectador en el momento de la escena. Esta premisa es constante en la película, sobre todo en el momento en que Grace Kelly entra en el departamento del supuesto asesino para buscar pruebas y es sorprendida.
Otro instante clave es cuando se oyen los gritos de terror de una vecina y descubrimos que su adorado perro ha sido estrangulado, las dos partes manejan la diferencia de la premisa Hitchcockiana, por un lado nos mantiene informados de lo que va a pasar alargando el momento de suspenso cuando vemos llegar al vendedor de joyas a su departamento y Lisa, la novia de Jeff, aún sigue ahí y, por otro, cuando sorpresivamente descubrimos al perro de los vecinos muerto en el patio.
También juega con lo que él llamo “McGuffin”, un objeto que sirve como pretexto para que los personajes entren en acción y se desarrolle la trama. Puede ser dinero, una formula secreta, un microfilm, un collar y, en este caso, es lo que el criminal oculta en el jardín.
La ventana indiscreta contiene una visión del propio Hitchcock hacia el mundo exterior, en donde explota su esencia voyerista permitiendo al espectador ser parte del morbo que esto implica.
Una obra maestra en donde la fotografía ejecutada por Robert Burks juega un papel primordial, la óptica es precisa y la iluminación de cada ventana forma un conjunto de viñetas bien ambientadas que nos convidan a adentrarnos en la vida de sus inquilinos.
La película fue reconocida con el premio círculo de críticos de cine de Nueva York y el premio National Board of Review y, un año más tarde, en 1955 fue candidata a los premios Oscar por mejor director, mejor fotografía, mejor guion adaptado.
A pesar de que Alfred Hitchcock nunca ganó el premio Oscar, es considerado uno de los mejores directores de todas las épocas y maestro del cine, reconocido e imitado por directores como: Brian de Palma, Claude Chabrol, Christopher Nolan, David Fincher entre otros.