El naturalista británico, David Attenborough, nos presenta su nuevo documental Una vida en nuestro planeta, un testimonio revelador de casi un siglo sobre el daño que la humanidad le ha hecho a la biodiversidad de la Tierra.
A sus 93 años, Attenborough señala que el ser humano se ha encargado de destruir los ecosistemas y explotar los recursos naturales necesarios para vivir, una situación que pone en peligro la existencia de miles de millones de especies animales, plantas, hongos, bacterias y protozoarios; y aunque es una realidad que parece irreversible, si actuamos desde ya, habrá luz y esperanza en el camino.
La película, disponible Netflix, desnuda en 83 minutos la evolución de este deterioro ambiental con materiales audiovisuales, datos y con el trabajo de campo que el propio investigador ha hecho en su recorrido por los lugares más increíbles del planeta.
David Attenborough nos acerca al tema partiendo de los ciclos de la vida conocidos como extinciones masivas, en las que suceden potenciales transformaciones a partir de fenómenos naturales como pueden ser el choque de meteoritos, fragmentaciones de las placas tectónicas, explosiones volcánicas o periodos de glaciación. Hasta la fecha, han ocurrido en la Tierra cinco extinciones masivas. La más reciente fue la que acabó con el 75% de las especies, entre las más recordadas están por supuesto los dinosaurios.
Se trata de la vida y la muerte como dos realidades inseparables y agentes de cambio; no podemos pensar la vida sin acordarnos de la muerte y viceversa. Con la ayuda de la energía del sol y los minerales de la Tierra, esta relación ha logrado un equilibro para la coexistencia de las especies, y con el paso del tiempo, el maravilloso resurgimiento de nuevas formas de vida después de las extinciones masivas.
Desde hace 65 millones de años se lleva reconstruyendo la vida en el planeta, un periodo geológico que los científicos llaman Holoceno, considerado como uno de los más estables en la historia de la naturaleza. Durante 10 mil años la temperatura media de la Tierra no ha oscilado en más de un grado Celsius.
Es en esta etapa en la que vivimos y tenemos que hacernos responsables si queremos tener un lugar habitable para el futuro, advierte Attenborough, quien busca con esta producción visualmente bella tocar fibras sensibles en las personas para accionar y motivar al cambio, para que hagamos conciencia y evitemos la destrucción de la biodiversidad.
La idea es no fomentar desde el factor humano la contaminación, el calentamiento global y el daño de áreas naturales que propicien una sexta extinción masiva que acabaría no solo con millones de especies sino con nuestra propia existencia.
Suena al viejo dicho de la novela Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas: ¡Todos para uno y uno para todos! Pero Attenborough tiene razón, las afectaciones al Planeta son evidentes y están en todas partes.
En números, el documental hace un comparativo periódico desde 1937, pasando por este caótico 2020 y terminando con una proyección catastrófica a futuro. En 1937 la población mundial de personas era de 2.3 mil millones, el carbono en la atmósfera era de 280 partes por millón y quedaban el 66% de las áreas naturales en el mundo. Actualmente, la población es de 7.8 mil millones de personas, el nivel de carbono en la atmósfera alcanzó 415 partes por millón y solo queda en la Tierra el 35% de las áreas naturales.
Era un mundo completamente distinto. Los conocimientos científicos y la comprensión del funcionamiento del mundo viviente era muy elemental. Attenborough dice que a ese conocimiento se le conocía como “historia natural” porque básicamente se trataba de eso: historia.
Los avances en la ciencia, el pensamiento y la tecnología han permitido entender mejor el mundo que nos rodea, y de igual forma, aprovecharnos de él cayendo en el error de la sobre explotación, el consumo y la reproducción desmedida. Nuestra inteligencia cambió la forma de desarrollarnos y de habitar el planeta.
El testimonio de David Attenborough da cuenta de esta transformación. Cuando comenzó con su exploración de campo en la década de 1950 registró la abundancia de la vida en océanos, bosques y praderas. A todos los lugares que viajó, encontró naturaleza. Hoy, muchos de esos mágicos espacios han desaparecido o están deteriorados por la actividad humana.
Nuestra existencia como especie es limitada y se determina por el mundo finito que nos rodea. “La verdad es que, con o sin nosotros, el mundo natural se reconstruirá”, afirma el protagonista mientras recorre la ciudad abandonada de Prípiat en Ucrania, evacuada hace 34 años por la explosión nuclear de Chernóbil en 1986, y en donde la naturaleza ha resurgido para reclamar y ocupar el espacio.
El documental Una vida en nuestro planeta termina siendo un viaje recomendable para la reflexión y las posibles soluciones sustentables al problema. Es una invitación para hacer una pausa y recordar que la naturaleza es nuestra mayor aliada, nuestra más grande inspiración. No debemos olvidar que el progreso de la humanidad y el equilibrio del mundo dependen de la armonía con las otras especies, en conclusión: “Si cuidamos la naturaleza, la naturaleza cuidará de nosotros”.