Amores caníbales (The Bad Batch), el segundo largometraje de Amirpour, se sitúa en un futuro apocalíptico relativamente cercano, en el que los rechazados (the bad batch) son marcados con un número y lanzados a su suerte al desierto de Texas. Aunque la premisa de la directora no es muy original, podría ser escenario de discusión de muchos temas, desafortunadamente la película se alarga innecesariamente, y si bien es muy rica en lo visual, tiene una línea narrativa muy débil que no logra sostenerla. Incluso con el panorama apocalíptico y las escenas gore, el film no alcanza a meter al espectador en el momento.
Con un soundtrack poderoso acompañado por la fuerte propuesta visual, Amores caníbales nos recuerda más a un buen videoclip que a un film. Cabe mencionar que las actuaciones son rescatables a excepción de Keanu Reeves, quien no podría ser más plano y poco creíble, pero la película fluye bien en ese aspecto; el gran regalo sorpresa de la película es la aparición imperceptible de Jim Carrey como un vagabundo del desierto de rechazados aunque también aparecen Giovanni Ribisi y Diego Luna, muy desperdiciados, ya que fungen como elementos decorativos con poco importancia en la trama.
Si bien es interesante la base de relaciones complicadas y contradictorias que se desarrollan entre la protagonista (Suki Waterhouse) y la familia de caníbales de la que inicialmente es victima, vengadora y finalmente familia, no logra ser suficiente a causa de la falta fuerza narrativa del guion.
El resultado un buen clip audio visual, desgraciadamente demasiado largo que no consigue introducir al espectador a la experiencia apocalíptica que plantea.