por Miguel Mora
La nueva sociedad rusa dista mucho de la ética, frases y consignas que existían en el socialismo en espera del surgimiento del “hombre nuevo”: la solidaridad, vivir para trabajar, el compromiso con los demás, la honestidad no existen. El director ruso Andrey Zvyagintsev nos muestra en su cinta Sin amor (Francia, Rusia 2017) un país donde reina el egoísmo, la hipocresía y la corrupción.
Filmada en los nuevos barrios de Moscú, la acción inicia cuando Alexey (Matvey Novikov) sale de la escuela y toma un camino que lo lleva por una zona boscosa a las afueras de la ciudad. Todo parece indicar que no tiene ninguna prisa por llegar a su casa, lo vemos contemplativo distraído como si el tiempo no importara.
Sus padres, Zhenya (Maryana Spivak) y Boris (Aleksey Rozin), están esperando obtener el divorcio tras doce años de casados. El clima que se respira en su departamento es desagradable y agresivo. Mientras el mundo de Alexey se derrumba, sabe que pronto venderán el lugar donde habita y que ninguno de sus padres desea hacerse cargo de él tras la separación.
Por otro lado, Zvyagintsev nos muestra el mundo de los dos adultos inmersos en la mediocridad, Boris, el padre, es uno de tantos empleados de un corporativo cuya única preocupación es no ser despedido al momento de su divorcio. Zhenya la madre es una mujer superficial que pasa una cantidad desmesurada de tiempo en el salón de belleza. Pero lo más asfixiante es el tono al que han llevado su relación, sus palabras son hirientes, llenas de resentimiento.
En uno de sus pleitos Alexey es testigo del desapego que sienten por él, las palabras retumban en su interior y a la mañana siguiente desaparece sin dejar rastro.
Los padres, lejos de sentirse responsables por la desaparición, actúan sorprendidos y fastidiados por tener que cargar con un problema más. La madre pide ayuda y la policía acude a escucharla. Al principio el oficial a cargo ve el caso como algo normal, un patrón que se repite y asegura que su hijo regresara dentro de unos días. Pero Alexey no regresa y es entonces cuando un grupo de voluntarios se hace cargo de la búsqueda, el tiempo pasa y todo sigue igual, los padres terminan separándose y emprenden sus vidas con sus nuevas parejas, dejando en el olvido el suceso del hijo extraviado.
Es una película demoledora, con implicaciones políticas serias en donde se muestra hasta dónde ha llegado el tejido social en Rusia. Nos exhibe la corrupción y la indiferencia de la policía; la nueva sociedad inmersa en el consumismo y en la hipocresía, en donde un simple empleado tiene que ocultar su estado civil ante sus jefes por cuestiones religiosas.
Aunado a esto, la fotografía de Mikhail Krichman crea una atmósfera asfixiante que no deja un momento de respiro, siempre encuadrada de tal forma que centra a los personajes con una óptica que impide ver el mundo a su alrededor. Es una película bien lograda que sacude al espectador desde su propuesta visual y sonora.
Sin amor ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2017 y fue nominada al Oscar como Mejor película de habla no inglesa.