Julia (Julieta Egurrola) y Arturo (Arturo Beristáin) llevan nueve meses buscando a su hija Ger (Nicolasa Ortíz), quien desapareció durante un viaje con sus amigas. Así comienza la más reciente película de la directora y coguionista Natalia Beristáin,
Lo más sobresaliente de la cinta Ruido, y por lo que vale la pena verla, es la actuación de Egurrola, quien representa de manera perfecta el enojo, la impotencia y tristeza de la tragedia que vive, la cual se ve aumentada ante la ineptitud y desinterés de las autoridades responsables de la búsqueda de Ger.
El saber que los padres de la directora interpretan a los de Ger, ayuda a potenciar el nivel de empatía de los espectadores, lamentablemente el papel de Arturo es muy pequeño y es relegado a casi un cameo, lo cual conforme avanza la película, le va restando fuerza al casting del padre.
De hecho, ese es uno de los problemas recurrentes del guion, presentarnos personajes que sirven para alagar la trama, pero cuya presencia es irrelevante, como la abogada y el otro hijo de Julia. La pista que le da la primera la pudo dar la periodista Abril (Teresa Ruiz) quien termina convirtiéndose en su amiga y aliada, mientras que los diálogos del segundo son totalmente omisibles, o pudieron adaptarse para que fueran dichos por Arturo.
Sin embargo, el mayor problema del guion escrito a tres manos es la ineficiencia para mezclar una película de ficción con un documental, lo cual es más notable después de ver la genial manera en que lo hizo Ruizpalacios en Una película de policías (2021), también disponible en Netflix.
El ritmo de la película se rompe cuando nos presentan a un grupo real de buscadoras, quienes, ante la nula ayuda de las autoridades, han tomado en sus manos, la tarea de encontrar a sus seres queridos. Lo malo es que tampoco funciona para documentar bien su búsqueda, pues cada una porta una playera en la que se puede ver a quien buscan, sin embargo, la que usa una de las buscadoras, no se puede ver con claridad, lo cual termina por ser hasta irrespetuoso.
Y lo mismo ocurre con la secuencia final, la cual es una recreación de la toma de la CNDH por parte de un grupo de familiares y activistas en contra de la violencia de genero y los feminicidios, ya que se siente muy falsa y mas con esa escena final que intenta dar un final esperanzador, pero que en el contexto de toda la película se siente como algo de muy poco tacto.
Estos errores hacen recordar a la también fallida Nuevo Orden (Franco, 2020) que intentaba unir a la sociedad, pero ante su falta de tacto y tono regañon, termino polarizándola aún más.
La delincuencia e ineptitud de nuestras autoridades han dado paso a un terrible subgénero en la cinematografía nacional, el de las desapariciones forzadas, al cual pertenece Ruido, algo que no la hace una película buena o “necesaria” como la publicita Netflix. Después de todo, el hablar de un tema importante, no vuelve importante a tu película.
A pesar de la increíble actuación de Egurrola, la cinta termina siendo fallida al sentirse como una representación banal de una de las tragedias que aqueja al país, y no una película que deje huella, como el episodio “Caridad” (Jorge Fons), de Fe, esperanza y caridad (1974) o Sin Señas Particulares (Fernanda Valadez, 2020), de las cuales toma bastante, pero sin aportar nada nuevo.