Pensar que La forma del agua viniera de otro lado que no fuera su propia mente, y que él no haya dicho nada, resultaba algo sumamente desconcertante, sobre todo cuando muchos reconocemos su capacidad para transportarnos a un mundos maravillosos, monstruosos y fascinantes a través de su visión artística y estilo visual.
Es por eso que cuando comenzó a decirse en redes que su más reciente película tenía similitudes con el corto de tesis de Marc Nollkaemper, The Space Between Us (2015), fue algo sumamente desconcertante. Y es que si vimos La forma del agua, al ver el corto holandés es imposible no pensar que estamos viendo La forma del agua pero en otro tiempo y en otro lugar.
Ambas historias presentan similitudes en el planteamiento de la historia (una mujer de la limpieza que trabaja para un laboratorio donde llevan a una criatura marina a la que someten a experimentos de la cual ella se enamora y ayuda a escapar), en los personajes, en la parte visual y en algunos hechos particulares que tienen lugar en el desarrollo de la historia. Es decir, demasiadas similitudes.
Ahora bien, lo que Del Toro hizo con La forma del agua fue algo sensacional: convirtió un cuento de hadas tipo La bella y la bestia —mezclado con El monstruo de la Laguna Negra—, en algo sublime con personajes memorables, delicias visuales, poemas narrativos y subtramas que nos dicen grandes verdades sobre la vida real. Los detalles son lo que hacen que la historia valga la pena.
Y si revisamos las declaraciones de Del Toro sobre el tiempo en que pasó trabajando en la idea —desde el 2011—, y toda la documentación que dice tener, pues queda claro que el cineasta puede pecar de todo menos de no ser original. Es por eso que en cuestión de mérito, poco importaba que Del Toro hubiera usado una historia que no es de él, porque el producto final de su historia no tiene comparación. Claro, importaría si alguien demandara por Derechos de autor pero al parecer, hasta ahora, ambas partes comentan que todo ha sido una feliz coincidencia.
Entonces… ¿cuál es el problema?
Por supuesto que el asunto tiene interés mediático, también si se es crítico o historiador de cine, pero hay algo más allá de todo eso, y del morbo que pueda generar, y se relaciona también con los tiempos en los que vivimos: El meollo del asunto tiene que ver con la transparencia y, si fuera el caso, el reconocimiento de que hubo un poco de ayuda en tu trabajo final.
Si Del Toro hubiera usado algo que no era de él, todo mundo debíamos saberlo… porque más allá del morbo, la dinámica de las redes sociales nos ha metido en ese mundo donde unos a otros nos revisamos con lupa para detectar alguna falla, alguna anomalía para poderla exponer, como si fuéramos Big Brother; una policía de la moral que debe buscar tela de dónde cortar.
En lo personal, me vi atrapado en las convenciones sociales y desde que todo comenzó deseaba saber si en verdad toda su visión creativa venía de él o si había tenido ayuda, así como saber si se había inspirado en otros autores y otras tradiciones, como ha ocurrido en todas sus películas. Todos los creadores se inspiran en otras obras y toman prestado algo para hacerlo suyo, para hacerlo original (aunque hay otros que roban descaradamente); en el caso de Del Toro sólo quería saber, como dictan las convenciones sociales-virtuales de la sociedad, si el cineasta estaba ocultando algo.