por Miguel Mora
[av_dropcap1]L[/av_dropcap1]a historia íntima de dos distinguidos intelectuales mexicanos es el argumento central de la trama que lleva a la pantalla Natalia Beristáin en su segundo largometraje, Los adioses (México, 2017), escrita por Javier Peñalosa y María Renée Prudencio.La cinta cuenta la relación de Rosario Castellanos y Ricardo Guerra a través de dos momentos clave de sus vidas. Por un lado, nos describe sus primeros encuentros en la Facultad de Filosofía y Letras a principios de la década de los 50 cuando ambos eran estudiantes universitarios. Rosario (Tessa Ía) queda impactada al conocer al joven Ricardo (Pedro de Tavira) dentro del ambiente estudiantil, en donde destaca como líder peculiar y filósofo.
La segunda parte nos narra su reencuentro diez años después, en la etapa de madurez, cuando Rosario (ahora interpretada por Karina Gidi), atraviesa por uno de sus momentos más brillantes y productivos de su carrera. Por su parte, Ricardo es ahora un consumado filósofo, interpretado por Daniel Giménez Cacho.
Estas dos épocas son el constante ir y venir dentro de la historia y conforman la columna vertebral de la narrativa. Las dos mujeres que interpretan al personaje principal siempre están en tono, no desafinan; gracias al montaje sutil, el espectador puede disfrutar de momentos álgidos que marcan este fragmento de la vida de Rosario Castellanos.
En un principio, vemos el despertar de la incipiente escritora, acompañada del joven filósofo, en busca de un lugar en el mundo de las letras; los recuerdos son gratos, marcados por la seducción y el trato amable que entablan cuando son estudiantes. Ésta es la base de una relación de amor y pasión que los mantuvo atados hasta el final de sus días. Lo interesante de la trama es ver cómo este amor de juventud se sostiene después de un lapso de tiempo considerable, en el que el filósofo se casó con otra mujer y volvió con Rosario al final del matrimonio, para retomar su relación textualmente en donde había terminado.
La película hace mayor énfasis en la segunda etapa de sus vidas al reseñar el difícil matrimonio de trece años que mantuvieron los dos, donde se reflejan las dinámicas violentas de la pareja en las cuales salen a relucir las aspiraciones de emancipación de la escritora que contrastan con un país profundamente sexista que es el México de los años 60 y 70. Sin embargo, la lucha de Castellanos por tener una carrera, siempre está apegada a los valores de la familia. Es por eso que ella defiende tener un marido, un hijo y una profesión sin desprenderse del amor que profesa a sus seres queridos.
La cinta recrea varios momentos en donde la intérprete lee frente a un público cautivo, extractos importantes de sus novelas, así como cuando la vemos frente a la máquina de escribir parafraseando el final de algún párrafo de una novela o un poema. Esta forma de presentar al personaje principal, de alguna manera, le da a la película el tratamiento de obra literaria, sin llegar a ser burda o farragosa.
Inspirada en la lectura de las cartas que Castellanos le envió a Ricardo Guerra durante varios años, la directora Natalia Beristáin logra plasmar este drama biográfico con éxito. Sin embargo la imagen del gran filósofo Ricardo Guerra resulta deslavada, incluso un poco injusta para lo que en realidad significo en su momento.
Los adioses es resultado de una intensa investigación, sustentada en testimonios de personajes que estuvieron cerca de la escritora mexicana Rosario Castellanos, como Elena Poniatowska, Juan Villoro y Samuel Gordon.
La fotografía, a cargo de Dariela Ludlow, logra captar el ambiente de la época, incluyendo tonalidades suaves y una buena óptica para seguir el rumbo de la historia sin tropiezos.
Los adioses ganó el premio del público del Festival internacional de cine de Morelia y en el Festival del Nuevo Cine Mexicano de Durango. Además de tener ocho nominaciones para los premios Ariel, obtuvo el premio a la mejor actriz para Karina Gidi.